Hacía fresco, similar a la brisa que corre en primavera cuando las tardes se alargan y las flores perfuman los rincones de piedra de la ciudad. Sin embargo, el tiempo acontecía a la inversa. Los árboles empiezan a amarillear su vestuario y la noche le gana minutos a la luz en un otoño de estreno, de vuelta a la rutina y reencuentros posvacacionales. En una jornada que invitaba a redescubrir la monumentalidad de una ciudad que mira con envidia hacia fuera sin apreciar y defender con celo lo que atesora, salía por sus calles la Virgen de la Cabeza para celebrar 400 años de historia y devoción en la capital del Santo Reino a la Patrona de la Diócesis y Reina de Sierra Morena.
A las 18 horas salía de la Parroquia de la Merced el cortejo procesional acompañado por el Coro de Campanilleros “Hermanos de la Aurora”, de Priego de Córdoba. Un traslado ligero a la Catedral donde el Obispo de Jaén presidió la Misa Pontifical por este aniversario.
Con la luna llena iluminando desde el cielo, la procesión triunfal partía desde la seo jiennense a las 21:30 dispuesta a llevar a la Morenita a algunos de los lugares de la ciudad en los que ha dejado su huella a lo largo de estos cuatro siglos. Después de la magia de Almenas y el saludo a la Patrona de la ciudad en San Ildefonso, el coqueto paso de la Virgen, que desprendía un cautivador olor a nardo, serpenteó por el barrio del viejo arrabal para desembocar en el Convento de las Bernardas cumplida la media noche.
Desde entonces, y dado el retraso acumulado, la procesión en la que participaron cofradías filiales de la Virgen de la Cabeza de distintas localidad, así como hermandades de Pasión y Gloria de Jaén, aceleró el paso a los sones exquisitos de la Asociación Musical Pedro Morales de Lopera. La cuadrilla de costaleros abrió la zancada para aliviar el regreso a su templo una hora más tarde de lo previsto. A las 2 de la madrugada, con la Salve de Andújar y Morenita y Pequeñita, concluía una jornada histórica que certificó la fuerza y vigencia de una devoción que traspasa fronteras y perdura por los siglos. De momento, en la ciudad de Jaén, cuatro.
Fotografías: Valentín Molina