Sergio Ismael García

Un año esperando

Las puertas de San Roque se abren para que Jaén vea el bello rostro del Señor de la Salud. “La Burra” como cariñosamente la llamamos algunos cofrades, empieza a montar “el taco” en la primera revirá y las primeras lágrimas corren por mis mejillas al ver que ya no es un sueño, que la semana grande ya está aquí.

Momento especial al abrazar a mi amigo Emilio que temblando de nervios piensa ya en su tarde junto a la Señora de la Caridad. Especial este año también al tener bajo de la Borriquita a un nuevo amigo, Alex, gran costalero y mejor persona. Dejar a la Paz en Almenas para ir corriendo a comer a casa para no perderme la estupenda salida de mi querido Señor de la Piedad, que gracias a otro buen amigo, tuve el privilegio de portar en la procesión magna del verano y que jamás podré darle todas las gracias que se merece.

Estar en los callejones de la Alcantarilla y ver como una Estrella bajo palio se va para mirar a Jaén con, quizás, la mirada más dulce de todas nuestras Dolorosas y en ese momento acordarme sin remedio de mi chiquitina Patri, que agobiada está esa tarde. Otra corretá para ir a Millán de Priego para volver a ver a mi amigo Emilio, pero esta vez algo a cambiado en su rostro, está cansado después de subir la cuesta del Sol y me estrecha la mano desde debajo de las trabajaderas de María Santísima de la Caridad y Consolación.

Procuraré estar ahí muchos años más para darle ánimos y a seguir duro con Ella. De paso por San Ildefonso vemos al Cristo orante, que con una mirada al cielo llama al Padre para que le dé fuerzas con las que soportar el castigo que sufrió por nosotros. Nuevamente debo acordarme de otro amigo, Juan, no es muy semanasantero pero su Hermandad de la Vera-Cruz es sagrada. El Domingo de Ramos muere en Jaén con la Piedad revirando en Pilar de la Imprenta y yo me voy a dormir pensando en mi día grande.

El Lunes Santo despierta y yo casi sin dormir veo desde la cama mi “silla de torero”. Todo esta preparado, la papeleta de sitio junto a su vela, mi faja y mi costal perfectamente puestos para que no tengan ni una arruga, la camiseta y el pantalón doblados… pero todo eso debe esperar pues ahora toca ponerse el traje para bajarle el ramo de flores junto a mis hermanos costaleros a la Señora de la Amargura, para desearles una buena Estación de Penitencia a nuestros hermanos de Jesús Despojado. Una vez hecho, todos subimos a nuestra querida parroquia de la Merced para la exposición de pasos. Le vemos la cara y un escalofrío recorre nuestro cuerpo, la vemos más guapa que el resto del año y no es una ilusión óptica ni tampoco estamos locos, pero es que cuando esta encima de su trono sabiendo que sus hijos estaremos con Ella un Lunes Santo más, simplemente es feliz.

Mil sensaciones recorren mi cuerpo y debo irme a casa para descansar y comer, aunque la verdad, no hago ninguna de las dos cosas. Mi cuarto parece un día de niebla, ¡BENDITO OLOR!, suena “La Madrugá” mientras me visto del oficio más bonito del mundo, ato mis cordones y lío el costal con mimo y esmero para no arrugarlo. Un Padre Nuestro y ya esta aquí Juanma. Viene a recogerme para emprender camino a casa de Rafa que ya lo tiene todo inundado de incienso. Por fín se abren las puertas de la parroquia y una marea azul marino entra en los salones parroquiales para igualar. Ya estamos aquí SEÑORA, delante tuya para darte todo lo que mereces y perdones nuestros pecados. Suena “Soberano de Santa Clara” y el Señor hace que las lágrimas vuelva a brotar por mis mejillas….. el resto de Lunes Santo me lo reservo para mi.

El Martes Santo, Jaén vuelve a ver al Señor de las Misericordias de regreso con sus queridas madres clarisas. Clemencia y Silencio en la calle.

Miércoles Santo, otro día especial para mi, pues ver al Señor del Amor en la calle Maestra es un momento que no es fácil de olvidar durante el resto del año y que difícilmente soportas saber que solo ocurre una vez cada 365 días. Vuelvo a tener amigos este día. Rafa disfruta de su Cristo del Perdón y mi amigo Emilio se emociona con la cofradía que a “mamao desde chico…” la Buena Muerte.

Jueves Santo en mi ciudad y mi traje está nuevamente preparado, mi padre luce sus mejores galas, mi madre se maquilla y mi hermano se prepara… mi familia y yo vamos a presentarle nuestros respetos AL SEÑOR DE JAÉN. La cola de la ofrenda floral llega hasta el convento y el olor a clavel vuelve un año más a mis sentidos haciéndome recordar momentos vividos hace años. Una vez entregados nuestros ramos emprendemos camino hacia San Bartolomé para escuchar como las cornetas de la Expiración lloran notas musicales por un Cristo que vivirá eternamente en el Jueves Santo jaenero. El Señor del Trueno en la calle y las Siete Palabras encarando Maestra, es hora de volver a casa. Una cita me espera con mi Cristo a las 3 de la Madrugá.

Cuántos recuerdos me trae el oír el sonido de las bolsas de caridad, cuántos recuerdos me da verle el rostro a ese nazareno encorvado que porta la cruz de nuestros pecados , pero su rostro nos transmite tranquilidad y paz. Creo que “El Abuelo” no tiene advocación especifica porque, sin desmerecer a ninguna otra, en su rostro encontramos todas las de su tierra, transmite piedad, paz, misericordia, salud, perdón, amor, clemencia, dolores…. ES ÉL y por mucho que mis palabras digan a veces lo contrario o critique como sale a la calle…, siempre lo querré pues solo bajo Él y mi bendita madre de las Lágrimas he vivido los sentimientos más bonitos que en mis 22 años de vida he podido sentir.

Una madre llora la pérdida de su hijo el Viernes Santo por la tarde en Soledad, y una dolorosa vuelve a San Juan de noche por sus calles después de que Jaén la haya contemplado como lo que es… la mejor Dolorosa que tenemos.

Y ya tenemos el tan temido Domingo de Resurrección y esa frase cuando las puertas de San Ildefonso se cierran con aún el rostro de la Señora de la Victoria presente…. ¡Ya ha acabado lo bueno!

Pero aún no ha llegado ese momento…, ahora solo queda esperar para disfrutar del presente. Ahí queó.

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