Nostalgia

No hace falta que me digas cómo te sientes porque seguramente estemos atravesando esta semana el mismo trance: el bajón natural tras un estado de entusiasmo e ilusión, de emoción desbordada.

Después de mucho tiempo, demasiado, nos hemos reencontrado con las cofradías en las calles, con la Semana Santa de siempre. No fue un sueño, aunque te pareciera vivirlo despierto en cada rincón de una ciudad que ha despertado de su letargo, que ha latido al compás de tambores y trompetas, que ha llorado por quienes nos faltan y que tenía sed de Cristo.

Un día me atreví a decir que ésta sería la mejor Semana Santa de nuestras vidas, precisamente por el grado de deseo que se incrementaba a la par de su espera. Nos han faltado dos cofradías para lograr el pleno, pero los cofrades sabemos bien lo caprichoso que se pone el cielo en primavera.

Por eso, con los restos de la cera derramada sobre el asfalto, con el recuerdo sonoro de aquella saeta lanzada desde el balcón, y el móvil repleto de fotos y vídeos de lo que pudo ser y fue, afrontamos el tiempo de la nostalgia inmersos en una Pascua que nos invita a vivir con la misma intensidad el Tiempo de Gloria.

Dicen que la Pasión no acaba. Nosotros, después de dos largas temporadas de radio sin procesiones, y más de 45 horas de directo en esta Semana Santa, solo ponemos el punto y seguido para que ese bajón que compartimos sea más llevadero.

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