Los primeros pasos del Divino Maestro

Caía la noche temprana de un domingo tan frío que era más de mesa camilla y brasero que de echarse a la calle para encontrarse con una nueva cofradía. Y sin embargo, ahora que tanto se habla de laicismo en nuestra avanzada sociedad, de que la juventud está en otras cosas que poco o nada tienen que ver con Dios, la plaza de la Merced se fue llenando de quienes retaron al termómetro llamados por un calor que nace dentro y que tiene mucho que ver con eso que denominan religiosidad popular. Que también podría definirse religiosidad pura, que tal vez no entienda de teología, pero sí y mucho de fe.

Así se cruzaron por vez primera Jesús Divino Maestro de Humildad y Entrega y el pueblo cofrade de Jaén. De la parroquia de la Merced, nunca salieron tantos estudiantes, al menos de la educación primaria que no solo enseña enseña matemáticas o lengua, sino que prepara para la mayor de las asignaturas, la de la vida. Unas doscientas personas componían un cortejo sorprendente por el número y el silencio. El mismo que recibió a Jesús Divino Maestro y San Pedro Apóstol. Sencillez hasta en la ausencia del aplauso fácil. Porque no tocaba, de momento.

Caminó el cortejo a los sones de la Banda de Música Blanco Nájera por el Jaén antiguo de sabor a Lunes Santo y Madrugada, hasta llegar a la Catedral, el templo que permanece cerrado para la Pasión cofrade, y ante el que la Hermandad del Lavatorio tuvo un gesto de pleitesía y cortesía. Y de repente todo recordó a la noche del Domingo de la Luz por Julio Ángel y Llana por las que el cortejo del Lavatorio accedió a su barrio y su colegio. Allí, en el patio del centro educativo culminaron las dos primeras horas del Divino Maestro por las calles de una ciudad que, sin saberlo, le esperaba. Dos horas de emociones, de primeros pasos, y de presentación de un carisma y una forma de ser que esta Hermandad Misionera pretende llevar por bandera. Por cierto, desde aquella noche de domingo, el Maestro ya ejerce también en las aulas a la espera del examen del primer Martes Santo.

Fotografías: Manuel J. Quesada Titos

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