Diócesis de Jaén

La Luz vence a las tinieblas, Cristo ha resucitado

La noche santa, en la que la vida vence a la muerte y la oscuridad es vencida por la luz, la de Cristo resucitado. La Vigilia Pascual de este año, ha estado marcada por la normativa propuesta desde El Vaticano en este tiempo de pandemia. La celebración más hermosa del año litúrgico, la que da sentido a todas las demás, en esta ocasión, ha prescindido de momentos tan significativos como la bendición del fuego del que se prende el cirio pascual, y la lectura de 7 pasajes y 7 salmos que recorren la historia de la salvación. Pero la alegría de Cristo resucitado sí ha estado presente entre los pocos asistentes que han celebrado, a puerta cerrada, la Vigilia: el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro; el Vicario General y Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas; el diácono, Jesús LLopis, y algunos de los seminaristas.

La celebración ha dado comienzo en el presbiterio, en una mesa en el que se encontraba el cirio pascual. El Obispo diocesano ha incrustado en el cirio pascual las cinco bolas de incienso, en recuerdo de las llagas del Señor, mientras recordaba que Cristo es el principio y fin, el alfa y el omega por toda la eternidad. Después de bendecirlo, se ha encendido y ha sido llevado hasta el blandón por el diácono, mientras el Obispo sostenía otra vela en representación de todas las que deberían haber portado los cientos de fieles que se dan cita, cada año, en esta celebración.

El Vicario General y Deán, D. Francisco Juan Martínez Rojas ha cantado el pregón pascual, y, a continuación, le han seguido dos lecturas con sus salmos. El Gloria es el momento en el que habitualmente se hace la luz en todo el templo. Mientras se cantaba, dos seminaristas han vestido la mesa de altar, desnuda ayer, rememorando la muerte de Cristo y que hoy revestida con un mantel y adornada con un pequeño centro de rosas donde han posado el Evangeliario. Después de que el diácono proclamara el Evangelio de San Mateo de la resurrección, el Obispo ha tomado la palabra para pronunciar su homilía.

Homilía
Don Amadeo ha comenzado su predicación, con las palabras de Jesús resucitado a las mujeres que fueron hasta el sepulcro: “¡Alegraos!, porque para esta alegría siempre hay espacio en nuestro corazón, a pesar del dolor, porque siempre será una alegría sanadora”. Para añadir, “En lo que esta noche está sucediendo está la vida, está Cristo muerto y resucitado”. A pesar de que la Catedral de Jaén estaba prácticamente vacía, el Prelado jiennense ha dicho que “nunca tuvo esta Catedral un lleno más grande que esta noche pascual- por todos los que están siguiendo esta celebración por las Redes Sociales- porque la Iglesia está ahí en vosotros, en las casas, en los hogares, en los mayores, en los matrimonios, en los niños. Celebramos el acontecimiento que centra nuestra fe y nuestra experiencia cristiana. La Vigilia Pascual es el corazón de la vida de la Iglesia y el corazón de la fe”.

A continuación, el Obispo ha ido narrando cada uno de los símbolos de esta magna. El primero la luz, “La vida de un cristiano es seguir los pasos de Cristo luz. Después hemos querido que nos iluminara la Palabra, a través de los pasajes de pasajes significativos de la historia de la relación de Dios con su pueblo, nuestra propia historia”. Después, ha querido reflexionar sobre el momento en el que se ha cantado el Aleluya. “Con el Aleluya contemplamos que Cristo ha resucitado y es vida para nosotros. Con el agua bautismal, que se bendicen se renuevan las promesas bautismales, confesaremos nuestra fe y luego elevaremos la Eucaristía en la que renovaremos el misterio de Cristo. No hay ningún acontecimiento con tanta fuerza y tanta verdad como esta Vigilia Pascual”.

Para finalizar su predicación, el Obispo de Jaén, ha pedido a los fieles que agradezcan al Señor “porque se nos ha contado la historia de su amor, por el don de la fe, porque el que podemos experimentar la acción de Dios en nosotros, y siempre, hoy, y en toda la Pascua y en toda la vida: ¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Alegría, alegría y alegría!: la alegría y la paz del Señor, que es medicina que fortalece y sana el espíritu y el cuerpo”.

En cada Vigilia Pascual, se renuevan las promesas del Bautismo, por el que renunciamos a satanás y a sus obras y prometimos servir fielmente a Dios y a la Iglesia católica. Después, la celebración eucarística se ha desarrollado con normalidad, y el Obispo ha concluido con la bendición y el canto del Regina Coeli.

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