El Obispo preside el último día del Triduo a María Santísima de las Siete Palabras

En el domingo de la Iglesia Diocesana, el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, se trasladó hasta la parroquia de San Bartolomé para presidir el último día del triduo en honor a María Santísima de las Siete Palabras, en el vigesimoquinto aniversario de su bendición. La talla firmada por el imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte presidía el presbiterio de esta Iglesia en torno a la cual, los hermanos de la Expiración celebraron la eucaristía. Una celebración que estuvo musicalmente acompañada por el Dueto Enclave, formado por Jacobo Herrera al piano y la voz de Carmen Zapata.

En referencia al Evangelio proclamado, de la Parábola de las doncellas prudentes e imprudentes,  el Prelado jiennense explicó que “la Iglesia nos está diciendo que hemos de prepararnos para saber hacia dónde vamos y quién nos espera. Porque al final de nuestra vida está la muerte terrena y la vida eterna”. Para continuar diciendo, “debemos prepararnos para la venida definitiva de Cristo que realizará la plena salvación del hombre”. En este sentido, Don Amadeo afirmó que “la plenitud de vida y de felicidad la podemos experimentar en la tierra si nosotros vivimos en Dios. Y esa plenitud la alcanzamos con una fe personal en Cristo, la alcanzamos en la Eucaristía como el gran bien de nuestra vida y de nuestra Iglesia, donde sentimos y experimentamos la paz y la felicidad”. Asimismo, el Obispo jiennense explicó que los frutos que emanan de la Eucaristía hay que llevarlos a la vida diaria, con la gente, en el trabajo, en el día a día: “porque el cristiano es aquel que vive de la Eucaristía”.

Sobre María Santísima de las Siete Palabras en el último día de triduo, Don Amadeo animó a contemplarla. Se refirió a esas siete palabras, pronunciadas por Cristo en la Cruz, con las que “María culminó su experiencia de maternidad, convirtiéndose en madre de todo el género humano. Vamos a pedirle a la Santísima Virgen que seamos como Ella, que las palabras de Jesús vayan penetrando en nuestros corazones y eso nos ayude a esperar en el momento en el que Jesús nos llame y nos encuentre con las lámparas encendidas”.

Fotografías: Pedro Oya y Diócesis de Jaén

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