Algo nuevo está brotando, ¿no lo notáis? (Is 43,18)

Estas sugerentes palabras del profeta nos exhortan a poner nuestra atención en las nuevas realidades. Sí, algo nuevo está brotando en nuestra Iglesia, propiciado por el Espíritu, y como se nos dice en el Plan Pastoral Diocesano “…nosotros queremos ponernos a la escucha. Y prestar nuestras manos y nuestro esfuerzo para que esta nueva realidad sea posible. Dios lo espera de nosotros… y no podemos defraudarlo”.

Son muchos los laicos en nuestra diócesis, que tras el impulso que supuso la toma de conciencia de nuestra corresponsabilidad dentro de la Iglesia, sienten que tienen que hacer algo, y así, se disponen a reflexionar sobre cómo han de ser nuestras comunidades, a medio y largo plazo. Los viejos modelos no sirven, el pueblo de Dios así lo ha manifestado en la fase diocesana del sínodo. Algo está cambiando, nuestras comunidades no pueden permanecer indiferentes ante ese hecho. El mandato de Jesús “Id y proclamad el Evangelio” es nuestra razón de ser, y no dedicarnos a mantener, poco menos que administrativamente, una parroquia.

Dado que nuestra Iglesia diocesana y universal, está iniciando un proceso de profunda CONVERSIÓN PASTORAL, que nos lleve a transformar nuestras comunidades a la luz del Evangelio, abandonando una pastoral de mantenimiento para ser “Iglesia en salida” que lleve a Jesucristo al medio del mundo, los bautizados debemos ponernos manos a la obra. En ello estamos; miraremos hacia delante, imaginaremos nuestras comunidades dentro de unos años a la luz del Espíritu, y emprenderemos los pasos necesarios para llegar a ese fin.

¡Ahí estamos! Pero, ¿también están las cofradías? ¿O se van a dedicar a ver cómo pasa ante ellos el Plan Pastoral Diocesano, como ocurrió con la fase diocesana del sínodo? Alguno me dirá que en el sínodo las cofradías participaron, sí, pero fue una participación meramente testimonial, anecdótica… No vi llamamientos de las cofradías, ni de sus órganos de gestión (individuales y colectivos), a los cofrades, animando a la participación; ni volcándose tras una toma de conciencia clara sobre la importancia de ser corresponsables con nuestra Iglesia.

Este año ¿va a ocurrir lo mismo? Me parecería un craso error, pues pienso que es mucho lo que las cofradías se juegan en este repensar nuestras comunidades.

Laicos y párrocos van a iniciar un proceso de transformación parroquial, posiblemente ni unos ni otros vean los frutos de este proceso, pero está claro que alguien tiene que comenzar a sembrar. Laicos y párrocos pueden abandonar las comunidades pero hay algo que no cambiará, las cofradías, pues una sede canónica no cambia con facilidad.

En esa visión de futuro, las cofradías seguirán estando presentes, normalmente con otras personas, pero ellas permanecerán. ¿Cómo nos gustaría que fuera nuestra sede canónica dentro de unos años? ¿Qué cambios habrían de producirse en ella?

Pienso que tenemos mucho que aportar los cofrades ya que estamos acostumbrados a pensar a largo plazo, con independencia de las personas: grandes proyectos (y este proceso de conversión es un gran proyecto) los hemos realizado a medio y largo plazo.

Ojalá las cofradías se sumen a este trabajo de conversión, demostrando que ellas, acostumbradas a llevar a Jesús al medio del mundo (aunque sea con su particular idiosincrasia) pueden aportar mucho y bueno al mencionado proceso de conversión de nuestras comunidades parroquiales.

… pero, también puede ser que no vean que “algo nuevo está brotando”, y vuelvan a quedarse de nuevo, viéndolas venir, como si nada de esto fuese con ellas.

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