Después de dos años convulsos, y no solo por el tiempo y sus amenazas, la de 2014 quedará en el recuerdo como la Madrugada en la que Jaén volvió a reencontrarse con su Señor, una Madrugada como Jaén manda y quiere, o al menos una parte mayoritaria de la ciudad. Porque otro buen porcentaje de cofrades jaeneros se encontraba en busca de una Madrugá con Esperanzas bajo palio y Silencio al paso de un Nazareno sin Cirinero. Pero esa noche, la más mágica del año, seguramente solo comparable a la noche de la Epifanía, es por encima de todo, para citarse con quien carga con la cruz de nuestros pecados. Y esto último, todavía hay muchos que no terminan de entenderlo.
La hora estaba fijada y el lugar, aunque sea menos espectacular que antaño, también. Seguramente no quepan todos los que son, pero son todos los que están. Y en la oscuridad de la noche, el negro de las túnicas marca el camino lento de un cortejo multitudinario en el que algunos de quienes lo conforman, todavía siguen sin saber ni tan siquiera lo que hacen o lo que les ha llamado a acudir a la cita. Porque la cita no es para una fiesta, ni para pasar la noche en vela, ni para mostrarse en un desfile, ni tan siquiera para acompañar a amigos o familiares. La cita está marcada por Él, y es o debe ser solo con Él. Por eso, como Él no sale a desayunar, ni a descansar, quien le sigue debe hacer lo propio, de principio a fin. Porque Jesús de los Descalzos no desea figurantes, ni salir en la prensa por aquello externo que le rodea. El Abuelo solo quiere tenerte cerca para hablarte, y algunos, seguramente muchos, saben lo que para ello se necesita.
Por delante, la Verónica, portada por mujeres costaleras que reclaman y merecen un puesto a los pies de la Señora, anuncia el Rostro del Nazareno que para siempre quedó en Jaén. Nazareno que levanta pasiones, que es esencia de nuestra Semana Santa y que caminó al son exclusivo de la marcha de Cebrían “Nuestro Padre Jesús”, más allá de firmas y debates, y por encima de formaciones musicales que se relevan a medio camino. Porque cuando se mira al Abuelo, hasta las marchas sobran para la conversación en silencio que se entabla.
Portentoso el paso y la silueta de Nuestro Padre Jesús sobre el rojo de su sangre derramada en claveles que darán salud y esperanza a tantos que no pueden verlo. Desde los balcones, saetas, pétalos y vivas llovían sobre la Imagen más venerada, capaz de colapsar la ciudad en una noche que no duerme.
Un caminar lento por sus Cantones y la Merced, le llevaron a las puertas de la Catedral, cerradas para las cofradías, donde ya le esperaba María Santísima de los Dolores, quien antecedida por San Juan, se encontraba con su Hijo a la luz del alba que anuncia luto y muerte. A partir de ahí, la Madrugada cede el testigo a la aurora y después el sol tomó las riendas de un palio “baratillero” falto de promitentes, que buscó San Ildefonso a paso corto, con mecida suave de bambalinas, que se tornó de nuevo a costero lento, de balcón a balcón en el itinerario oficial. Una dosis pequeña de buen hacer con uno de los mejores pasos de palio de nuestra Semana Santa.
Con los cuatro tronos en Carrera y una larga fila hermanos de luz, algunos con un cirio de bautizo y alumbrando muy por detrás del cortejo, prosiguió la comitiva en busca de un Camarín que ya cuenta los días para abrir de nuevo sus puertas. Una puertas que volverán a descubrirnos la Madrugada que Jaén quiere, sin más interés que su cita con el Nazareno de los Descalzos.
Escucha nuestra retransmisión del Viernes Santo por la mañana en Jaén aquí: https://pasionenjaen.com/radio-viernes-santo-manana-2014