Tíscar emociona a 12.000 romeros

Quesada celebró ayer domingo su Romería a la Virgen de
Tíscar. Cerca de doce mil personas peregrinaron hasta el santuario para
rendir culto a la patrona de Quesada y del Adelantado de Cazorla. En un
paraje de gran belleza, entre rocas y pinos a pie del Castillo de Tíscar
y de Peña Negra, la gente se concentró para vivir este encuentro con la
naturaleza que posee elementos festivos y religiosos.

Los actos empezaron el viernes con una ofrenda floral,
presentación de los recién nacidos a la Virgen y misa romera. El sábado
continuaron con nueva misa, más ofrendas y actuaciones musicales. En ese
pórtico de la fiesta ya se dejaban notar romeros instalados en la falda
de la montaña, junto a las fuentes, bajos árboles y rocas y siempre
cerca de la Cueva del Agua. Entre ellos, bajo una luna en cuarto
menguante, se creaba un ambiente de frescura y tolerancia en el que
devoción, dulces, licores y guitarras se distribuían en proporciones que
algunos inclinaban hacia un lado y otros hacia el otro.

Pero fue el domingo cuando los romeros peregrinaron
masivamente hacia Tíscar. Al santuario no sólo llegaba gente de Quesada,
sino también de Madrid, Barcelona, Valencia y Alicante, donde hay
muchos emigrantes de la tierra. También del norte de Granada y del sur
de Ciudad Real y, sobre todo, de pueblos cercanos como Huesa, Pozo
Alcón, Santo Tomé, Villacarrillo, Sabiote y Cazorla.

A pie o en vehículos

Aunque algunos vencían los 13 kilómetros de distancia que
separan Quesada de Tíscar a pie, la mayoría lo hacía en coches,
engalanados eso sí, con ramas de pino, olivo y romero. Algunas mujeres
jóvenes lucían el tradicional traje de patana y no faltaban los
penitentes que acudían al santuario descalzos o de rodillas en
cumplimiento de una promesa a la virgen serrana.

Hubo tres misas dominicales: a las ocho, a las diez y a
las doce. Al término de la última, celebrada al aire libre en el
exterior del santuario, la Virgen fue procesionada entre vivas,
plegarias, poemas y cohetes. Después e transitar por abruptos parajes y
reproducir las estampas que inmortalizó Zabaleta, la Casa de la Virgen
se abrió y la patrona entró en el santuario. Los romeros entregaron
donativos, adquirieron recuerdos en forma de medallas, rosarios, placas,
aceiteras, botijos, imanes, campanillas y estadales y se dispersaron
por el entorno del vadillo, las faldas de la vieja fortificación y la
gruta del agua.

Con la liturgia acabada, dispuestos a comer tomaron las
oportunas viandas y muchos hicieron suyas las palabras con las que el
autor de principios del XX, Manuel Ciges Aparicio, describió el aspecto
lúdico de la romería: «Pasado el primer momento de entusiasmo, la
muchedumbre se dispersó por los montes y los valles, entre las rocas y
junto a los saltos atronadores de las aguas; sobre los céspedes blancos o
en los huecos protectores que ofrecían las masas entrelazadas de
adelfas y zarzamoras».

El rito romero no termina. El último domingo de este mes
se celebrará para los que por un motivo u otro no pudieron disfrutar de
la gran romería celebrada ayer. Es conocida como la “Fiesta Chica”.
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