Sin el cetro de Rey, sin la caña de la burla, aguarda Jesús la tarde del Domingo de la Luz. De momento, espera en la soledad de la clausura, con la compañía dominica que quienes le cuidan todo el año, como lo vienen haciendo desde siglos atrás, primero en Córdoba y ahora en Jaén.
Pero en la cercanía de la bulla, de la sentencia cobarde y de la penitencia, Él recibe el cariño de quienes con el corazón dispuesto, le piden Piedad. Piedad por nuestras miserias, las materiales, las morales y las espirituales. Piedad por haberle rechazado desde una superioridad humana equivocada. Piedad para volver a reencontrarnos con sus dulce mirada.
Así se vivió el Triduo en honor a Nuestro Padre Jesús de la Piedad en la Iglesia Conventual de la Purísima Concepción. Un triduo oficiado por el Padre Vicente Esplugues Ferrero, de la Fraternidad Misionera Verbum Dei. Un sacerdote pegado a la calle y a los problemas de una sociedad que no busca a Dios, uno de esos pastores que hacen falta porque trata de igual a igual, y en definitiva, porque sabe actualizar la siempre actual y vigente Palabra de Dios Tres días de oración y hermandad con la mente puesta en presentar a Jaén la Piedad de Cristo.
Fotografías: Manuel Quesada Titos