Multitudes para recibir al Borriquillo

Con la llegada del Domingo de Ramos, el ciclo anual que
marca el ritmo vital de miles de ubetenses se cerró para volver a
abrirse con los ocho días más intensos de la ciudad. Un año más, con la
procesión de la Real Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén y
María Santísima del Amor, los ubetenses volvieron a cumplir con la
tradición, echándose a la calle desde mediodía para vivir una jornada
festiva que resultó esplendorosa. El tiempo acompañó, y eso se notó en
calles, plazas y terrazas.

Con los primeros penitentes apareciendo por cualquier
esquina buscando su punto de reunión, los primeros toques de trompeta,
tambor y bombo, la primera puerta que se abrió… se revivieron muchos
momentos acumulados en la memoria. Todos los años ocurre lo mismo, y
todo se mira con ojos de otros tiempos, como si cada Semana Santa fuese
siempre la misma y hubiera que vivirla en los mismos lugares, con la
misma gente. Son las tradiciones personales que cada cual añade a la
tradición que ya de por sí implica la Semana de Pasión.

Así, pasadas las cinco y media de la tarde, el entorno de
la iglesia de la Santísima Trinidad ya era un hervidero. Y mientras en
el interior se ultimaban los detalles, en el exterior cada cual ocupaba
su sitio, acoplándose al bullicio como formando un gran puzzle humano,
para ver salir el Borriquillo. Este año la hermandad tiene un especial
protagonismo, ya que es la que aparece en el cartel oficial de la Semana
Santa de Úbeda gracias a una fotografía de Gabriel Sánchez Bellón,
quien se alzó con el primer premio del concurso convocado a tal efecto.

La imagen del Cristo, obra de Francisco Palma Burgos,
quien además es autor del trono (actualmente en proceso de
restauración), cruzó la puerta y los cohetes anunciaron su salida con un
enorme estruendo: Cristo entraba en Úbeda a lomos de un burro.
Descendió la lonja de la Trinidad pasadas las seis de la tarde entre los
alegres toques de la banda de cabecera de la cofradía y los sonidos del
himno nacional. Y por segundo año consecutivo lució sobre el trono
hojas verdes de palmera tras de sí, sustituyendo las habituales palmas
amarillas que sí portaron los hermanos.

Poco después, también entre cohetes, asomaba por la
puerta la imagen de María Santísima del Amor, obra de José María Palma
Burgos, quien además es autor del trono junto a Ramón Cuadra. Fue
acompañada por la banda de cornetas y tambores que lleva su nombre, la
cual estrenó galas. Y cerró la procesión la Unión Musical Ubetense.

Los dos titulares cumplieron debidamente con su
itinerario en un día que favoreció su lucimiento. Especialmente
interesante, por su belleza estética, resultó su paso por la monumental
plaza Vázquez de Molina, donde se concentran los edificios históricos
más emblemáticos de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Y a eso de las
diez de la noche, la hermandad regresó al mismo templo desde el que
partió. En ese momento se quemó la tradicional traca de fuegos
artificiales, anunciando que la Semana Santa de Úbeda había comenzado.

Añadir que, por la mañana, todos los hermanos
participaron en la fiesta principal y en la tradicional bendición de las
palmas, que resultó multitudinaria. Esta cofradía pasa por un muy buen
momento, en parte gracias a la juventud de su junta directiva que le ha
inyectado fuerzas e ilusiones renovadas, preocupándose por la
participación e implicación de todos los hermanos.
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