Los nazarenos de la Lanzada

Ya conocemos cómo vestirán los hermanos y hermanas de la nueva hermandad de la Sagrada Lanzada cuando hagan procesión penitencial en la mañana del Jueves Santo por las calles de Jaén. El pasado sábado, en la asamblea de cofrades, se presentó el traje de estatutos que destaca por su carácter franciscano.

Lo primero que llama la atención del hábito nazareno es el color gris. Según explican desde la propia hermandad, a lo largo de los siglos las Familias de la primera Orden,  la de los hermanos menores, han adoptado los colores gris (cenizo) y marrón (éste con muchos matices, claro, oscuro, castaño, rojizo…) y también el negro. Debido a la gran variedad de colores de las distintas familias franciscanas (Conventuales, Menores, Capuchinos y de la Inmaculada Concepción), la Hermandad se decidió apostar por el primitivo de la Orden de frailes menores, que viene recogido en el año 1240, y que era el que de siempre se utilizaba para representar tanto en pinturas como en imaginería a San francisco de Asís. Se trata del color grisáceo que actualmente lo llevan los Franciscanos Conventuales.

El hábito nazareno es de tela de sarga y de color grisáceo sin cola, con escapulario del mismo color en recuerdo de los primeros hábitos de las Clarisas, pues María Santísima Reina de los Ángeles, desde su llegada a la ciudad de Jaén, siempre se viste con ese hábito primitivo de la Segunda Orden de las Clarisas, y que actualmente no llevan.

El antifaz es del mismo color y tela que la túnica, con altura aproximada de un metro sobre la cabeza, y lleva a la altura del pecho el escudo de San Francisco de Asís, el conocido abrazo franciscano. La difusión del escudo franciscano de los brazos cruzados de Cristo y de Francisco se lleva a cabo durante el generalato de Francisco Sansón en 1475, quien a través de las muchas obras de arte que encarga y dona a las Iglesias de Asís, hace que se convierta en el escudo propio de la Orden Franciscana. La Hermandad, que tiene como Titular a Cristo Crucificado, ha considerado como el más adecuado de los emblemas de la Orden el abrazo franciscano, pues el significado de este escudo es la conformidad de Francisco con Cristo: el crucificado del Alverna con el Crucificado del Gólgota.

El cíngulo también es el mismo de la Orden que no ha variado a lo largo de los siglos, blanco sin borla. El  cordón que llevan los franciscanos, usado antiguamente para atarse el sayal, lleva tres nudos que  representan  los fundamentos de la vida franciscana que  instituyó San Francisco al crear la Orden Franciscana, que son  nombrados de abajo hacia arriba: obediencia, castidad y pobreza.

El hábito nazareno se complementa con el rosario franciscano de 70 cuentas terminando con el emblema de la TAU, que enlazará la túnica en la izquierda. En Francisco, el signo profético de la TAU se sublima, actualiza y alcanza el valor de salvación; pues él mismo se siente “salvado” mediante el amor y la misericordia de Cristo que muere. El amor de Francisco hacia este signo, nacía de la apasionante contemplación de la Cruz, al valorar la humildad y misión de Cristo, que, en Ella, mostró a toda la humanidad la prueba más grande de su amor. La TAU era, primordialmente, para Francisco el signo concreto de su salvación y de la victoria de Cristo sobre el mal. La TAU, signo concreto de una devoción cristiana, es, sobre todo, compromiso de vida en el seguimiento de Cristo “pobre” y “crucificado”.

Por último, los nazarenos deberán calzar sandalias franciscanas sencillas, con el pie descubierto o con medias transparentes de color carne, y guantes negros en señal de luto por la muerte de nuestro Redentor.

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