El Vía Crucis de las hermandades ha dado el comienzo a la ansiada Cuaresma por los cofrades. En esta ocasión, con la novedad del traslado de Jesús del Gran Poder en la jornada del martes, el Miércoles de Ceniza despertó con el Señor en el interior de la Santa Iglesia Catedral donde a las 20 horas daba comienzo la Eucaristía e Imposición de la Ceniza presidida por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro. En su homilía, el Obispo comenzó diciendo que «Dios también tiene mucho que ver con nuestro tiempo, con nuestros días, con nuestra vida, porque Dios es nuestro destino y eso, necesariamente, para los que tenemos fe es algo que nos tiene que marcar». Animó a los fieles a detenerse en su ajetreada vida para aprovechar esta Cuaresma y conocer «lo que quiere Dios de nosotros, porque lo que quiere es bueno».
Don Amadeo explicó que con la Cuaresma comienza «el tiempo de conversión», para añadir que «el primer paso en este tiempo es mirar a nuestro interior. Por eso, como os vamos a decir en el rito de la ceniza, convertíos y creed en el Evangelio y aprovechad este tiempo de gracia, nos acerquemos al sacramento del perdón, además hacerlo con la oración, la limosna y el ayuno» – en definitiva, resaltó el Prelado jiennense– «vivir una vida más activa y más completa, porque la santidad es nuestra meta». Antes de concluir, señaló que el modelo de vida de los cristianos «es el Evangelio», para exhortar a los fieles congregados que «debemos vivir de forma sencilla, pobre, austera», a lo que añadió, «Dejaos de apariencias, nos dice hoy el Señor, buscad lo esencial de vuestra vida cristiana y no busquéis nunca notoriedad, la vida cristiana es servicio a los demás en el nombre de Cristo para que el bien de Dios penetre poco a poco en nuestra sociedad».
Después de las palabras del Obispo, se inició el rito de la imposición de las cenizas, que antes fueron bendecidas, y que proceden de las palmas del Domingo de Ramos del pasado año. Primero se la impusieron a Don Amadeo, quien a su vez hizo lo propio con el resto de los concelebrantes y los seminaristas.
Representantes de las hermandades y de instituciones políticas, sociales y militares se dieron cita en una celebración a cuya finalización daba comienzo el Vía Crucis por las calles de la ciudad. Catorce estaciones de regreso a la Parroquia de la Santa Cruz que culminaron en Arquitecto Berges, junto a la Parroquia de San Miguel, en las que la cruz desnuda de madera portada por jóvenes cofrades se fundía con el madero portado por Jesús del Gran Poder. Oración y silencio para iniciar un tiempo de conversión, de preparación para la Pascua. Ahora da comienzo el tiempo de la espera, activa e intensa en el seno de las cofradías, con cultos internos y trabajo callado en templos y casas de hermandad. El Gran Poder de Cristo ha marcado el camino; los cofrades están dispuestos a seguirlo.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos y Diócesis de Jaén