Cada año, la noche del 11 al 12 de agosto, en el punto más alto de Sierra Morena, vuelve a brillar una luz, la de la fe del pueblo jiennense, que se levanta como antorcha para rememorar la aparición de la Santísima Virgen a un humilde pastor. 791 años de devoción mariana enraizada en los jiennenses que acuden a los pies de la Morenita para pedir su favor o agradecer su intercesión ante su Hijo.
Este año, al coincidir la fiesta en sábado, han sido miles los devotos, no sólo de la provincia, sino de muchas partes de España, quienes han querido participar en los actos cultuales dedicados a la Virgen de la Cabeza, que tenían su epicentro en la Eucaristía solemne que se celebró a escasos metros de la Basílica Santuario, y que estuvo presidida por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro.
Con los sones romeros del Coro de la Cofradía Matriz de Andújar dio comienzo la Santa Misa. La imagen de la Morenita lucía un manto color rosa, con el que se ha querido tener presente a todas las personas que sufren cáncer. Junto al Obispo concelebraron el Vicario General de la Diócesis, así como varios sacerdotes diocesanos y los trinitarios, custodios del Santuario. También los diáconos permanentes de la Diócesis quisieron estar presentes en esta magna celebración.
Don Amadeo quiso comenzar su homilía con un guiño, y dijo que la noche “era divina”. Para después centrar sus palabras en el Evangelio del domingo (Jn 6, 41-51): “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. En este sentido, explicó que las palabras de Cristo no fueron entendidas por los judíos de su tiempo, frente a los cristianos, que hacemos su Palabra, vida “cada vez que celebramos la Eucaristía”. Del mismo modo, el Prelado jiennense recordó que “María es la Madre de Dios, y por eso Ella es el cauce y el camino para llegar a Dios”. Dirigiéndose a los romeros, el Obispo diocesano les dijo que “las palmas, los vítores, las canciones hacia la Virgen de la Cabeza… todo eso es oración”. Para añadir, “la fe en Cristo que llevamos todos nosotros en el corazón es la que le da esperanza a nuestras vidas y es a la vez la garantía de nuestra salvación”. De nuevo, en referencia al Evangelio, explicó, que el mismo que dijo de sí “soy el pan vivo, nació del seno de María en la ciudad de Belén, que significa: “casa del pan”. Para después añadir, “en esta noche santa, y siguiendo las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia, recordamos que la Virgen Santísima es la garantía de que Cristo es el pan de vida que ha bajado del cielo”. También subrayó que la Eucaristía nos da fuerzas para afrontar la vida: “Jesucristo se ha ofrecido a ser la fuerza de nuestra vida”. Don Amadeo concluyó su prédica animando a los presentes a “acudir siempre a la Virgen María, que siempre nos llevará a Jesús”.
Al finalizar la Santa Misa, la Virgen de la Cabeza fue colocada en su trono para procesionar por los alrededores del Santuario acompañada del fervor y la devoción de miles de personas.
Fotografías: Miguel Ángel Peragón