Era el día de peores previsiones y se cumplieron. A pesar de que el cielo no auguraba buenos presagios, la Hermandad de la Clemencia, que precisamente se caracteriza por ser valiente, se echaba a las calles de su barrio sin dilación, desbordando emociones como cada Martes Santo. Sin embargo, ya en su carrera no oficial, en Millán de Priego, el cielo comenzó a descargar una lluvia que ganó intensidad con el tiempo, provocando la recogida apresurada de la Hermandad en su sede canónica. Las Imágenes fueron cubiertas con plásticos y con celeridad fueron resguardadas entre las lágrimas de sus cofrades.
Lo ocurrido en la Magdalena hizo ser aún más precavidos a los hermanos del Silencio, que retrasaron una hora su salida procesional. A las 20.30 horas, en la noche cerrada, partía el cortejo de farolillos y cadenas del Silencio con un cambio de itinerario que les llevó a Carrera Oficial por el Paseo de la Estación. Sobriedad, oscuridad y silencio al paso del Santísimo Cristo de la Humildad en una noche fría que volvió a amenazar con gotas pasajeras en el regreso a Cristo Rey.
Fotografías: César Carcelén