La tarde no acompañaba porque el invierno que este año no se deja ver, ha querido ser tan inoportuno de asomarse el día que menos debía hacerlo. Sin embargo, después de 475 inviernos y primaveras, no iba a ser la de hoy la que manchara aquello que tanto se lleva anhelando en la hermandad decana de la Pasión del Santo Reino. Por eso, a la hora prevista Jesús Preso salía de la Basílica Menor de San Ildefonso para, de camino a la Catedral, liberar el tiempo de la espera. Una espera de contar para atrás o para adelante, según se mire, con los sentidos prestos a una Semana Santa que se otea en el horizonte.
El Cristo que tallara Ramón Mateu caminando sobre las aguas llegaba a la seo jiennense caminando a hombros de sus costaleras para presidir en el Altar Mayor la Eucaristía e Imposición de la Ceniza. “Convertíos y creed en el Evangelio”, dice el rito que abre de par en par las puertas de una Cuaresma que no es ni más ni menos que el tiempo necesario para preparse interiormente para la Pasión, Muerte y Resurrección del Salvador.
Por esto, para comenzar la conversión interior, los cofrades han rezado el Vía Crucis de regreso a San Ildefonso acompañando a Jesús Preso en un cortejo sobrio, como los de antaño, en los que el silencio y la oración se fundían con la oscuridad de las calles empedradas y las casas palaciegas. Ambiente de recogimiento para abrir la Cuaresma, precisamente, con el mismo Cristo cuya efigie anuncia la Semana Santa de 2016. Ya queda menos…
Fotografías: César Carcelén