A las 7 de la tarde daba comienzo la celebración de la Cena del Señor en la Catedral. Frente al bullicio de cada Jueves Santo en la Plaza de Santa María, la lluvia ha sido la única compañía en una tarde desapacible, con una celebración a puerta cerrada. Con el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, que ha presidido la Eucaristía, se encontraba el Vicario General y Deán de la Catedral, D. Francisco Juan Martínez Rojas, quien ha concelebrado. Junto a ellos, el diácono, Jesús Llopis y el servicio del acolitado ha sido prestado por el seminarista, Antonio Blanca. Otros seminaristas han participado con las lecturas y con el acompañamiento musical, en una Catedral absolutamente vacía.
Uno de los símbolos de esta celebración es el lavatorio de los pies, el mismo que hizo Jesús a sus apóstoles antes de la Última Cena, y que cada año rememora el Obispo lavando a los pies a niños y miembros de la Hermandad de la Buena Muerte. A causa de la pandemia del Coronavirus, éste ha sido suspendido, así como la procesión final con el Santísimo hasta el monumento.
En la homilía, el Obispo de Jaén ha recordado el día en el que Cristo instituyó la Eucaristía tomando prestadas las palabras de Lucas ha afirmado, “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios” (Lc 22,15-16). Tras esta emotiva manifestación Jesús, realiza- ha explicado Don Amadeo- , una nueva cena pascual; en ella nos deja su propia pascua, la de su muerte y resurrección. Nos deja la Eucaristía, que anticipa el don de la vida nueva. Nos da el Señor lo que ya será para siempre la vida de la Iglesia: su Cuerpo y su Sangre. Para añadir, “En este ritual de la Nueva Alianza, los apóstoles recibieron el don del sacerdocio y a ellos el Señor les encomendó la Eucaristía como fuente de vida para la Iglesia.
En sus palabras, el Obispo de Jaén ha querido tener presentes a todos los fieles que han participado en la celebración a través de las Redes Sociales, debido al confinamiento obligado por el Estado de alarma. En este sentido, el Prelado jiennense los ha animado a participar en la Comunión Espiritual: “Es doloroso, pero esta es la dura realidad que estamos viviendo. Sin embargo, yo estoy convencido de que hoy el Evangelio, que es Palabra de Dios, se ha adaptado a nuestra situación. Los discípulos de hoy también le hemos preguntado previamente a Jesús: ¿Dónde quieres que te preparemos la cena Pascual? Y él nos ha dicho: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos”. Ese es su deseo, sabemos por su Palabra que nunca nos dejará solos. Encontremos al Señor entre nosotros y confesemos y adoremos con el deseo la presencia de su Cuerpo y de la Sangre. Expresemos con una comunión espiritual nuestra nostalgia de la Eucaristía, que me consta es tan profunda en estos días de confinamiento.
En el día del amor fraterno, el Obispo ha querido animar a todos a ser caritativos con los pobres de ahora y con los que vendrán, debido a la crisis provocada por el Coronavirus. “La Eucaristía es vínculo de caridad; que la Eucaristía es inseparable de la actitud de servicio y necesariamente ha de llevar a los pobres. Eso es justamente lo que hoy también nos recuerda la liturgia de la Iglesia, aunque este año sólo en la lectura del Evangelio. El rito del lavatorio de los pies se ha suprimido por las actuales circunstancias. Pero la Palabra sí nos ha actualizado el gesto de Jesús de lavar los pies. A pesar de la perplejidad de los apóstoles, sobre todo de la manifestada por Pedro, Él, el Maestro y el Señor le lava los pies, para que todos los discípulos de todos los tiempos aprendamos a amarnos los unos a los otros; para que sepamos ser promotores de fraternidad y caridad”.
En este sentido, Monseñor Rodríguez Magro ha apelado a la incansable labor de Cáritas, que trabaja por amor y en nombre de la Iglesia. “El gesto de Jesús y la recomendación del amor fraterno es la verdadera fuente de nuestra caridad: lo que hacemos los cristianos siempre hay que verlo y sentirlo como proyección del amor de Cristo. Por eso, queridos hermanos y hermanas, del mismo modo que el martes les recomendé a los sacerdotes un gesto de caridad, lo hago ahora con todos. Hoy es el día del amor fraterno e invito a que tengáis posibilidades de hacerlo, a que penséis en un gesto de caridad para con los pobres de ahora y para con los que vendrán en el futuro en nuestra sociedad giennense. Cáritas, que es la caridad en la vida de la Iglesia, lo canalizará todo, como siempre hace”, ha concluido. Con un poema de San Juan de la Cruz ha puesto fin a su predicación, el Obispo de Jaén. Durante la plegaria eucarística se ha tenido presente a los enfermos por el COVID-19 y los fallecidos a causa de esta pandemia.
Antes de la bendición final, el Prelado del Santo Reino ha pedido la oración de los fieles y de una manera especial, que en esta noche de vigilia, los jiennenses se encomienden a Jesús de los Descalzos, al “abuelo de Jaén”.