El Obispo de Jaén, D. Ramón del Hoyo, ha publicado su carta pastoral ante la próxima Cuaresma que suele ser uno de los artículos habituales en todos los boletines cuaresmales y anuarios de las hermandades. En esta carta, D. Ramón llama a los cofrades a vivir “la Cuaresma de la Misericordia” a través del sacramento de la Reconciliación y con la posibilidad de recibir la indulgencia jubilar. A continuación reproducimos íntegramente la carta pastoral:
Queridos hermanos de las Cofradías de la Pasión:
1. En la Bula Misericordiae vultus, el “Rostro de la misericordia”, por la que el Papa Francisco nos ha convocado a la celebración del Jubileo Extraordinario que estamos celebrando, nos dice que: “la Cuaresma de este Año jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios”[1]. “Tiempo oportuno para cambiar de vida, tiempo para dejarse tocar el corazón”[2].
El mismo Santo Padre nos marca, a continuación, un verdadero programa, para poder alcanzar esa experiencia de la misericordia divina, proponiéndonos:
a) Acercarnos a las páginas de la Sagrada Escritura. Cita al Profeta Miqueas[3], para invocarle a Dios que ama la misericordia, y al Profeta Isaías[4], al referirse a la oración, ayuno y caridad que espera de nosotros durante este santo tiempo.
No podemos dejar de acercarnos a tantas páginas del Nuevo Testamento en que se refleja en Jesús, es verdadero rostro, de la misericordia de Dios Padre[5], sobre todo en la Cruz del Calvario, porque como escribe san Pablo: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”[6].
b) Participar en la iniciativa de 24 horas para el Señor, durante el viernes y sábado que anteceden al IV Domingo de Cuaresma, junto a otros fieles diocesanos, en unión con toda la Iglesia. Preparen con sus Consiliarios esta iniciativa, siendo los primeros en responder en sus comunidades parroquiales.
c) Recibir el Sacramento de la Reconciliación. Siempre en este encuentro con el Señor se experimenta, hasta sensiblemente, su cercanía y su misericordia. “Será para cada penitente, nos dice el Santo Padre, fuente de verdadera paz interior”[7]. El perdón de Dios no conoce límites. Siempre está disponible para concederlo.
d) Reflexionar y llevar a la práctica las obras de misericordia corporales y espirituales. Tocar la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan pan, vestidos, alojamiento, compañía. O aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar y rezar por quienes lo necesiten. “Son los pobres los privilegiados de la misericordia divina”[8].
e) Finalmente, la indulgencia jubilar adquiere también una relevancia particular en esta Cuaresma del Año Santo, “Cuaresma de la misericordia”.
En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona nuestros pecados, pero queda en nosotros la huella negativa de nuestras bajas tendencias y comportamientos. La Indulgencia nos libera de todo residuo de pecado, haciéndonos crecer en su amor para no recaer. La Indulgencia nos hace partícipes de la santidad de quienes nos precedieron en la fe, de toda la Iglesia y, sobre todo, de la Virgen María y de Jesucristo Nuestro Salvador y Redentor.
2. Aprovechemos este tiempo de Cuaresma tan favorable para nuestra conversión, que siempre necesitamos. Atravesemos alguna de las Puertas de la Misericordia señaladas en la Diócesis[9], al tiempo que invito a los hermanos y hermanas Cofrades, enfermos o ancianos a obtener esta Indulgencia jubilar “recibiendo la comunión o participando en la Santa Misa y oración comunitaria, incluso también a través de los medios de comunicación, con una reflexión sobre la misericordia divina y una oración por las intenciones del Papa”[10].
Que nadie olvide tampoco, por eso lo recuerdo, que esta Indulgencia jubilar se puede alcanzar también a favor de los difuntos: “Rezando por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libre de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin”[11].