Para reflexionar en una Semana Santa misionera:
1. Hace un año escribí una larga carta pastoral, con motivo de las procesiones de Semana Santa, que llevaba por título: Las imágenes que contemplarán vuestros ojos. Con lo que en ella os decía -espero que la hayáis leído- intentaba ayudaros a un encuentro personal con Jesucristo y, por tanto, a fortalecer la fe desde la mirada a las queridas imágenes con las que, de un modo u otro, os encontraréis en los días santos en los que ellas desfilarán por nuestras calles. Como sabéis, muy bien, en nuestra Diócesis de Jaén afortunadamente las imágenes siempre procesionan, como se suele decir, “en olor de multitud”; siempre se encuentran con niños, jóvenes, adultos y ancianos que las miran con ojos de respeto y estoy seguro de que muchos también con ojos de fe. Cada procesión reúne, en torno a sus imágenes, muchos que rezan. En realidad, rezar es nuestra forma de relación con Jesús y, como sabéis muy bien, las imágenes son vehículo para la oración y la imitación.
2. Si hay oración, hay una relación entre quien habla y quien escucha y, sobre todo, hay una provocación de quien tiene mucho que decir y ofrecer a todos los seres humanos. Si no fuera por ese más que posible encuentro entre el misterio y las almas que sienten que Alguien les toca con su gracia, no merecería la pena nada de lo que hacemos, por muy bello y estético que fuera. Si no llevamos en el corazón la profunda convicción de que las procesiones están al servicio de la fe, perdonadme que os diga, pero serían solamente un puro teatro, aunque fuera bello y digno.
3.Toda manifestación pública de lo religioso expone, representa y embellece por la fe la vida del hombre. Las imágenes, como decía Pablo VI recogen lo que los artistas que las concibieron y esculpieron o pintaron “recibieron del cielo como un tesoro y lo revistieron de palabras, de colores, de formas para hacerlo accesibles a todos”. Como escribió el Cardenal Joseph Ratzinger: “Los artistas de cada tiempo han ofrecido a la contemplación y el asombro de los fieles los hechos salientes del misterio de la salvación, presentándoles en el esplendor del color y en la perfección de la belleza”.
4. Por eso, las imágenes salen a evangelizar, salen a acercarnos, a decirnos la buena noticia del cielo, salen a provocar la alegría del encuentro con Jesucristo. Y eso, antes de salir a la calle, tiene que suceder en la vida cotidiana de la Iglesia, en la que celebran y viven las comunidades cristianas, a las que pertenecen aquellos que fomentan en ellas la devoción a esas veneradísimas imágenes.
5. Las imágenes son transparencia del Evangelio y, sobre todo, de un Evangelio vivido. Como yo mismo os decía en la carta pastoral a la que he comenzado aludiendo: “Las imágenes están, por tanto, al servicio de la Palabra revelada de Dios, que siempre es cercana y familiar, como también lo es por las imágenes que la muestran. Palabra de Dios e imagen se iluminan mutuamente”. Por eso, puede decirse que en la piedad popular «el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo». La piedad popular es una verdadera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Por eso, no dudemos nunca de que en esas multitudes que se mueven en torno a nuestras imágenes cuando salen en procesión “aparece el alma de los pueblos”. Ese es su verdadero valor y tesoro. Las imágenes son, por tanto, una forma de predicación evangélica.
6. En este año, hemos de saber situar nuestra Semana Santa en la Misión Diocesana, en la que todos estamos implicados. Nada de lo que hagamos, ni el más mínimo detalle, ha de estar al margen de cuando queremos hacer y decir para anunciar a todos la alegría del encuentro con Jesucristo. Por eso, en cada una de las parroquias, tanto en los ritos celebrativos como en los desfiles procesionales, se ha de saber recoger y manifestar, con algún signo, que estamos en Misión. Yo recomendaría que cada procesión llevara alguna reproducción de la Cruz de la Misión o algún otro detalle que manifieste que Jaén está en Misión. La piedad popular, tal y como se vive en Jaén, representa muy bien, como dice el Papa Francisco, el proyecto de una Iglesia en salida. La piedad popular conlleva “la gracia de ser misioneros, de salir de sí y de peregrinar” (EG 124).
7. Las Hermandades y Cofradías tenéis, por tanto, en este año un precioso reto en la Iglesia Diocesana, en la que nacéis y vivís: el de expresar de corazón que sois discípulos misioneros. De ahí que sea necesario que os recuerde que las imágenes evangelizan, sobre todo por el testimonio explícito de quienes tienen la misión eclesial de cuidarlas y exponerlas. No se evangeliza sólo por cuidar imágenes, hay que evangelizar por “atracción”. Sólo nuestra fe y nuestra vida cristiana le pueden dar fuerza y verdad a las imágenes que acompañamos por nuestras calles y plazas. En este Año Misionero, el Obispo recomienda a todos los cofrades hacer el cumplimiento pascual, ese será nuestro mejor modo de caminar hacia la Pascua. Preparados así, os animo también a todos a que participéis en la bella y rica liturgia de Semana Santa y, en especial, en la Vigilia Pascual. Os invito, por tanto, a participar sacramentalmente en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Como recuerda el Santo Padre: “cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma).
8. Para hacer explícito en cada cofrade que se siente en misión, recomiendo a las Juntas de Gobierno de nuestras Hermandades, Cofradías y Grupos parroquiales que al comenzar los desfiles procesionales en todas las parroquias de la Diócesis se rece la oración por la misión. Como seguramente no habrá ejemplares para todos, animo a que hagáis una estampa con vuestra imagen más representativa y, por detrás, pongáis la oración por la misión. Me gustaría tenerlas todas, así que os pido el detalle de enviármelas.
9. No quiero dejar de incluir en esta reflexión la conclusión del mensaje que el Santo Padre nos ha dirigido para esta Cuaresma de 2019: “No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales. Así́, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, atraeremos su fuerza transformadora también sobre la creación”.
10. Sería también una grave omisión si no os recordara que la Diócesis del Santo Reino, en su Catedral de Jaén, que fue diseñada y construida como su bello relicario, guarda un precioso tesoro de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, el Santo Rostro, que se plasmó en el gesto de amor y misericordia que la Verónica hizo en nombre de todos cuantos le amamos y le damos gracias por su Redención, para aliviarle, con una paño suave y solidario, el sudor del sufrimiento. Por eso, como un gesto misionero también os animo a acercaros al Santo Rostro de Cristo para hacer una oración de conversión, fe y compromiso misionero. Cuando miramos el Santo Rostro de Cristo reconocemos que Dios tiene rostro, que se vuelve hacia nosotros como persona. Por eso, desde lo más hondo de nuestro corazón, digámosle a Jesús, ante su Bendito Rostro, precioso legado para nuestra fe, con el Salmo 26: “Déjame ver tu rostro”.
Queridos todos: “Que el Señor os bendiga y os guarde. El Señor haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor. El Señor os muestre su rostro y os dé la paz” (Nm 6, 23-26).
Con mi afecto y bendición.
Jaén, Año de la Misión, 2019
+Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Jaén