La Catedral de Jaén reunió este Miércoles de Ceniza a varios millares de personas que quisieron comenzar el camino de conversión recibiendo la imposición de la ceniza, un signo que recuerda la fragilidad humana, y también simboliza la penitencia y el arrepentimiento y recuerda que el destino definitivo del hombre es el cielo.
Autoridades civiles y militares, como la Subdelegada del Gobierno; el Subdelegado de Defensa; el Teniente Coronel de la Guardia Civil; el Comisario Provincial de la Policía Nacional; el Jefe de la Policía Local y miembros de la Corporación Municipal, entre otros, se dieron cita en el primer Templo de Jaén, al que también acudieron la Agrupación de Cofradías de la ciudad, y representantes de todas las Hermandades de Pasión y Gloria.
El Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, presidía por primera vez esta celebración que es el inicio de la Cuaresma. Un templo abarrotado de fieles que quisieron participar en la Eucaristía y en el posterior Vía Crucis, en esta ocasión, con el Cristo de las Misericordias, que celebra el septuagésimo quinto aniversario de la fundación de su Cofradía.
Junto a la representación del Cabildo Catedral, los seminaristas se hicieron presentes en la celebración, cuyas lecturas estuvieron participadas por miembros de las Hermandades y Cofradías de la ciudad.
Homilía
En su predicación, el Prelado del Santo Reino comenzó exhortando a vivir la Cuaresma con profundo sentido religioso. En este sentido, expresó que estos cuarenta días que nos llevan hasta el Triduo Pascual hay que preparar “con intensidad los dones de la Pascua que son los dones de Cristo resucitado. Un camino interior en el que es más importante descubrir lo que Dios quiere hacer de nosotros que lo que nosotros queremos hacer”. En este sentido, Don Sebastián señaló, en tiempo de Sínodo, lo que de comunitario tiene el camino cuaresmal: “Un camino también comunitario, donde toda la Iglesia, Parroquias, Comunidades religiosas, hermandades y cofradías, iniciamos numerosas actividades, tanto celebrativas como de piedad, que nos ayudarán a preparar la celebración de la Semana Santa”. Del mismo modo, y en referencia al Evangelio proclamado, el Obispo explicó que la Sagrada Escritura nos habla de “cómo trabajar bien ese camino de conversión del corazón, es decir cómo practicar nuestra justicia, la fidelidad a Dios, obrando por Dios y no por el aplauso de los hombres. Y se refiere a tres aplicaciones concretas, tres obras buenas que los judíos hacían, pero desmarcándose de la hipocresía como las vivían: la limosna, la oración y el ayuno. Obras a las que habría que unir la escucha de la Palabra de Dios y la Caridad fraterna, completando los signos y medios que expresan y reafirman la conversión en este tiempo Cuaresmal”.
Para concluir, Monseñor Chico Martínez animó a los fieles en esta Cuaresma a llevar un programa “de vida, compartido con Jesucristo. Un programa de vida justa, recta y santa, digno de un cristiano y de una cristiana, en el que haya tiempo para la oración, para la lectura del Evangelio y de libros de devoción, tiempo para rezar nuestras oraciones y participar piadosamente en la Eucaristía; tiempo para el servicio al prójimo, para la limosna, para visitar a los enfermos, para ayudar a los necesitados; tiempo para la renuncia, para la abnegación, que es tanto como tiempo para el servicio, para el amor a los demás, para el perdón y la misericordia”.
Imposición de la ceniza
Al concluir la homilía, el Obispo bendijo las cenizas, que provienen de la quema de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior. El Vicario General y Deán de las Catedrales, D. Francisco Juan Martínez Rojas, fue el encargado de imponer, con el gesto de la cruz, este símbolo sobre la cabeza del Prelado. A continuación, el resto de los concelebrantes y el pueblo fiel recibió la ceniza bajo el mandato de convertirse y creer en el Evangelio.
En el momento de la paz, el Obispo pidió a todos los congregados a repetir con él la plegaria, uniéndose, de este modo, a la oración por la paz en Ucrania que pedía el Papa Francisco para este Miércoles de Ceniza.
Después de la bendición con el Santo Rostro, Don Sebastián volvió a animar a los fieles a vivir la Cuaresma con intensidad espiritual. A hacerlo a través de la oración, el ayuno y la limosna. En este sentido, animó a acercarse al sacramento de la Reconciliación y a participar en las 24 horas para el Señor, que acogerá la Catedral el próximo 25 y 26 de marzo.
Al concluir la celebración eucarística dio comienzo el Vía Crucis con el Cristo de los Estudiantes que lo llevó, a través de las 14 estaciones de este acto de piedad, hasta la Iglesia de La Merced.
Fotografías: Diócesis de Jaén y Felipe Utrera