Queridos hermanos y hermanas que peregrináis en la Diócesis de Jaén:
Doy gracias a Dios por esta nueva llamada que me hace en el camino de la vida, para que, puesta siempre la mirada en Él, le siga en esta nueva etapa sirviendo a esta hermosa tierra andaluza, desde donde emana el agua, nuestro río Segura, que riega gran parte de la tierra donde fui llamado a la vida, a ser cristiano, a ser sacerdote y a vivir mis primeros años de apóstol en el Ministerio Episcopal.
Me presento ante vosotros como vuestro obispo y me siento dichoso por esta “esposa” que Dios me regala, a la que ya amo, por pura gracia. Os amo con todo mi ser, con todo mi corazón, y me entrego a vuestro servicio por entero y para siempre. Su hermoso rostro sois cada uno de vosotros queridos jienenses.
Agradezco al Santo Padre, el Papa Francisco, la confianza que ha depositado en mí para nombrarme vuestro obispo, al que manifiesto mi total comunión.
Voy a vosotros con la intención de compartir vuestra vida, caminando juntos como discípulos y seguidores de Jesús. Soy, al mismo tiempo, hermano vuestro por el bautismo y obispo por el encargo apostólico que se me encomienda. Quiero ser un pastor según el corazón de Cristo, un hombre de esperanza. Soy consciente de mis limitaciones y debilidades. Os manifiesto mi deseo de servir al Señor con fidelidad y a vosotros con total entrega. Confío plenamente en la Misericordia de Dios y en su Gracia, como así reza mi lema episcopal: “Me basta tu Gracia”. No obstante, tened paciencia conmigo y ayudadme para que responda adecuadamente a la voluntad de Dios.
El Espíritu nos invita a que toda la Iglesia local camine en sinodalidad, viviendo la comunión, la participación y la misión. Es un momento de gracia y estoy convencido de que Dios me ayudará a conoceros mejor, a atisbar lo que Él nos está pidiendo y, como dice el Papa Francisco, a “hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerzas a las manos”.
Saludo, especialmente, a mi predecesor Mons. D. Amadeo Rodríguez Magro, al que le agradezco las palabras de acogida, de cercanía y fraternidad que me dirigía hace unos días. En ellas me manifestaba su gran amor y cariño a nuestra Diócesis de Jaén, y me alentaba a una total entrega. Sentí gran alivio en mi corazón temeroso ante tan gran misión. Soy un eslabón más, dentro de vuestra rica historia, que continua la preciosa cadena de la Sucesión Apostólica. Acojo con agradecimiento sus palabras de disponibilidad hacia mi persona y a la Diócesis.
También, saludo con gran afecto a Mons. D. Ramón del Hoyo López, nuestro obispo emérito al que manifiesto mi cercanía, mi fraternidad y mi oración.
Os saludo con afecto a vosotros, queridos sacerdotes, ya sois mi familia, enraizada en la fraternidad sacramental, signo de la veracidad de nuestro testimonio evangélico. Sois un gran presbiterio. Una Iglesia a la que sirvió con amor San Juan de Ávila. Estoy convencido que el Señor seguirá dando abundantes frutos a nuestra Iglesia, con nuestra pobreza y la humildad de nuestra entrega.
Saludo a los diáconos, a los seminaristas, a los religiosos y religiosas de los Institutos de Vida Consagrada, Sociedades de Vida Apostólica y Vírgenes Consagradas; a los movimientos, a las asociaciones, a las cofradías y grupos laicales de nuestra Diócesis. Gracias por vuestra oración.
Manifiesto mi respeto y mi cercanía a las autoridades civiles, militares, judiciales y académicas de la Comunidad Autónoma de Andalucía, de nuestra Provincia de Jaén y de cada uno de nuestros pueblos y ciudades. Contad con mi disponibilidad y colaboración para buscar el bien, la verdad, la caridad y la justicia para nuestra sociedad.
Os hago llegar un fuerte abrazo paternal a todos vosotros queridos fieles, familias, niños, jóvenes, ancianos, pero especialmente a los que, por diversas circunstancias, vivís la enfermedad, el sufrimiento, la soledad, la pobreza, la migración, estáis en el centro de mi corazón.
Ruego que recéis por mí para que cada día refleje con más claridad en mi vida el “Santo Rostro” de Cristo, que como joyero custodia nuestra majestuosa Catedral, para que sea el buen pastor que necesitáis.
Pongo mi Ministerio Episcopal junto al manto maternal de la Santísima Virgen de la Cabeza, la Morenita, patrona de la Diócesis de Jaén, donde están presentes todas las advocaciones marianas con las que manifestáis el gran amor que le tenéis a la Madre del Cielo, y pido la intercesión de San Eufrasio, también nuestro patrón, junto con la de todos los beatos y santos que han vivido en esta bendita tierra.
Encomendándoos a San José, patrón y protector de la Iglesia universal, especialmente en este año dedicado a él, pido a Dios que os bendiga a todos.
+ Sebastián Chico Martínez
Obispo Electo de Jaén