D. Antonio Javier Cañada Morales actual párroco de la iglesia de San Juan y San Pedro de nuestra capital, ha emitido un escrito en el cual solicita la ayuda económica tanto de cofrades y feligreses como de personas en general para afrontar un enorme gasto, el cual se viene encima.
El motivo no es otro que el arreglo de las cubiertas del templo parroquial, las cuales están en un estado muy deteriorado y que se ha agravado con las lluvias de los últimos meses en nuestra ciudad.
El párroco describe que el próximo 17 de septiembre hará un año que comenzó los servicios como pastor y que su prioridad ha sido el mantener el ritmo de la vida de la parróquia.
Así mismo continúa, “Éste edificio histórico que hemos recibido de nuestros antepasados requiere un mantenimiento continuo y a veces intervenciones de envergadura. Actualmente las salas de catequesis se encuentran plagadas de goteras, lo que hace inaplazable una restauración a fondo del tejado“.
Más tarde recalca, “El campanario también demanda un tratamiento inaplazable ya que las fisuras que se observan pueden provocar males mayores si no se actúa con inmediata rapidez. También es necesario sustituir una instalación eléctrica obsoleta que da bastantes problemas y resulta insuficiente para las necesidades del templo“.
Para afrontar con garantías todos estos gastos que permitan conservar y mejorar la iglesia parroquial, la cual es una joya indiscutible de nuestra capital, el consejo pastoral ha pensado poner en marcha una campaña de cuotas parroquiales. Una de las formas más viables es la de una cuota parroquial periódica ya que no sería suficiente con el dinero de la colecta que se recoge en una misa o las ofrendas con motivo de algún sacramento.
Para tal efecto, el mismo párroco ha enviado junto a la carta las directrices que han de llevar a cabo todas aquellas familias que deseen colaborar, cumplimentando el contenido y entregandolo en la misma parroquia. Éste sistema, según el párroco, tiene la ventaja de que pueden contar con unos ingresos fijos que les permitan saber hasta donde pueden plantearse alguna iniciativa.
Finalmente recalca, “Hemos de ser conscientes de que la financiación de la comunidad corresponde a sus miembros, pues no existe ayuda alguna de la administración y la pequeña aportación del obispado pudiera hacer“.