Los rocieros de Jaén se acercan al destino anhelado a lo largo de todo un año. Pronto estarán en la aldea junto a la Blanca Paloma, llevando a las marismas la fe rociera de una tierra de olivares. Muchas horas de camino, de oraciones y alegría hasta alcanzar la madrugada de Pentecostés.
Antes, el pasado sábado, se despedía de la ciudad la Hermandad del Rocío de Jaén en una jornada histórica por los acontecimientos vividos en una tarde de Esperanza, Estrella y Rocío que tuvo parada obligada ante la Patrona y que finalizó junto al Nazareno de los Descalzos. Impresionante el bullicio en las calles, el ambiente cofrade generado y la mezcla de sentimientos fruto de las distintas formas de vivir una misma fe. Pasión y Gloria.
Tras la Misa de Romeros, el Simpecado del Rocío fue “entronizado” en su carreta de plata al son de flauta y tamboril, sevillanas y salves. Así se iniciaba la procesión rociera que pronto se encontraría con el Rosario Vespertino que la Hermandad del Perdón celebraba con María Santísima de la Esperanza. Primera parada con el Rocío y la Esperanza frente a frente y el sol por testigo de una unión fraguada con los años en las puertas de Cristo Rey.
El Paseo de la Estación alivió las emociones de subida a la Basílica de San Ildefonso. Allí, en la Reja de la Capilla y no dentro, esperaba la Hermandad de la Patrona en Corporación. Ofrenda entre personas cuando siempre ha sido ofrenda ante la Virgen. Sin embargo, la mala experiencia del pasado año ha motivado que, una vez más, las cofradías tengan que salir de los templos.
Caída la tarde y con el paso por La Carrera tan espectacular como siempre, los rocieros se cruzaron en Carrera de Jesús con la Hermandad de la Estrella que también rezaba el Santo Rosario por las calles de su barrio y con María Santísima de la Estrella en andas. Un nuevo encuentro antecedido por una petalada que sumó mayor magia al momento de fusión de dos cofradías hermanadas y que cumplen años por igual.
Así, con la luz de la primera Estrella de la noche, caminó el Rocío hasta el Santuario Camarín de Nuestro Padre Jesús para, ante El Abuelo, despedirse de Jaén e iniciar el largo trecho que les lleva a atravesar Andalucía para ver de cerca el Rostro de la Virgen del Rocío.
Fotografías: Manuel Quesada Titos