La Noche aceleraba sus pasos impaciente por ver la Luz del Domingo esperado todo un año. Tanto corrió que hasta una hora se dejó en el camino deseosa de oír otra vez el golpe seco en la puerta de una Iglesia que se echa a la calle durante toda una semana. Tan nerviosa estaba la Noche que no se percató de que el sol acabaría por impedirle contemplar la Luz en el dorado de una Paz que sorprendió en su exorno floral en el que el naranja coqueteó con el blanco de la Más Pura. Sin embargo, la Noche sabía que por más que brillara la estrella que calienta en el Lorenzo de la mañana, la Luz quedaría bajo palio cuando otra vez, la oscuridad se adueñara del terciopelo del cielo. Se habían citado en la calle Llana, con una Estrella por testigo. Allí, la Luz y la Noche, se fundieron en cera de una candelería que ardía tanto como el deseo de un nuevo Domingo de Ramos.
Otra vez la ilusión de ver el primer capirote blanco en el horizonte, otra vez el ritual del estreno y otra vez dispuestos para vivir aquello que siempre es igual, y siempre es distinto. Comenzaba la Semana Santa de Jaén de 2015 con el sol radiante y la tranquilidad de no tener que mirar los partes del tiempo. Bajo el celeste más limpio que se recuerda, salía a las calles de Jaén la Hermandad de la Borriquilla, con un paso de Misterio que camina entre la delgada línea de la vistosidad y el exceso. Curiosas las flores de palma que salpicaban el siempre atrevido exorno floral del primero de los pasos que se planta en el recortado itinerario oficial. Primera petición de venia en el palquillo de horas y primeros parones que provocaron un retraso pasada la Carrera de más de 15 minutos. Demasiado calor para esperar en una Plaza de Santa María donde el sol hizo tanta mella que hasta un penitente cayó abatido por un golpe que no pasó a mayores. Nazareno de una fila que crece con el pasar de los años por una chiquillería que se hace mayor en la Hermandad de la Juventud.
Con las puertas de Belén y San Roque cerrando la mañana, las abría San Félix de Valois para hacer de la tarde una Eucaristía caminante. Impresionante el barco dorado de Jesús Salvador a los sones de la cornetería de una Banda de la Expiración que celebra su vigésimo aniversario rezando con cada marcha. Pronto abandonó las anchuras para buscar entre las estrechuras el calor de una gente que no termina de encontrar en el nuevo Jaén el sabor cofrade. De ahí que en la calle Maestra, el palio de Caridad y Consolación alcance la magia que el atardecer puntea con claroscuros de otro tiempo.
Una vez más, la tarde del Domingo de Ramos permitió concentrar en pocos metros a tres Hermandades, con el consiguiente esfuerzo organizativo que ello conlleva. Por San Ildefonso, Jesús Orando en el Huerto dejó su particular sello acompañado por una Banda del Amarrado de Ávila que sorprendió y gustó. Sin embargo, en Cuatro Torres, el cableado de la calle jugó una mala pasada y arrancó una rama del olivo que quedó allí tirada, para desagradable sorpresa de la Estrella. Al margen de este puntual incidente, es de reconocer el trabajo de las cuadrillas costaleras de esta cofradía, mejor en el Misterio que en el paso de palio que no termina de encontrar el punto medio entre la elegancia y el andar alegre que requiere el primer día de la Semana Santa. A favor, el nuevo itinerario por Maestra, Cerón y La Parra, aunque la seguridad de la Carrera Oficial abriera el tráfico tan rápido en Joaquín Tenorio que la impaciencia de conductores provocó incidentes evitables.
El primero de los barrios de Jaén en plantarse en el corazón de la ciudad fue el de la Alcantarilla. Tras el Misterio de Nuestro Padre Jesús de la Piedad en su Sagrada Presentación al Pueblo y María Santísima de la Estrella, los vecinos de este rincón extramuros de la ciudad de pasado hortelano. A los pies de Jesús, el ramo de espigas más numeroso que se recuerda, como símbolo de las Madres Dominicas que custodian todo el año al Señor Dominico. Tan numeroso como los tramos de hermanos de luz que iluminaron el camino de quien alumbra sus vidas, la Estrella que, Rosario en mano, recibía la petalada de su gente en Ejido Alcantarilla. Una Estrella que lejos de sentimentalismos de quien escribe, dejó la imagen de la tarde noche del Domingo de Ramos. Al cuidado exorno floral de rosas blancas, el dorado de un techo de palio sublime y una candelería con su ya característica Cruz de San Andrés, se sumó el fino andar de su cuadrilla de costaleros capaces de mecer el palio con la suavidad justa para que la Luz se quedara allí cautiva en la Noche del Domingo de Ramos.
Domingo de Ramos:
Parte 1:
Parte 2:
Domingo Ramos Tarde:
Parte 1:
Parte 2:
Parte 3:
Fotografías: César Carcelén
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