Hermosa y al amparo de un sol radiante -aunque con cierto relente frío- la cofradía del Señor Resucitado y María Santísima de la Victoria realizó una brillante estación de penitencia en el Domingo de Resurrección de la capital.

Salvando el Lunes Santo, el tiempo ha sido clemente con la Pasión jienense. Después de varios años en los que el arduo trabajo de cofradías y hermandades se había venido al traste por causa de la lluvia, este año sólo la Amargura y los Estudiantes han visto desgarrada su ilusión. Y como colofón, el Domingo de Resurrección despertó espléndido.

Este año la Semana Santa jienense ha vuelto a ser, como dicen los “antiguos”, una celebración como las de “toda la vida”. Y la razón ha estado en el buen tiempo. Porque el andaluz, y por ende el jienense, regula su estado de ánimo teniendo siempre en cuenta cómo es el día en el que despierta, y este año -excepto el “maldito Lunes”- el sol ha brillado, y ha servido de magistral escenografía para que las cofradías de la capital salieran a la calle con todo su brillo.

Y así despertó el Domingo de Resurrección en Jaén. Con pocas dudas sobre si el Resucitado saldría a la calle, pero con mucha ilusión por parte de los fieles de la ciudad, y mucha más responsabilidad por parte de los miembros de la cofradía, que sabían que ponían el colofón a una intensa semana de Pasión que prácticamente en su totalidad había salido a pedir de boca.

A eso de las diez de la mañana, hora prevista para la salida de la cofradía del Señor Resucitado y María Santísima de la Victoria, el público fiel se reunía en torno a la Iglesia de San Ildefonso y la plaza que la alberga -excepcional entorno para ver resurgir a Cristo-. Si bien la presencia de público no eran tan destacable como en las jornadas anteriores, la intensidad de momento no desmereció. Habían pasado sólo unos minutos del horario establecido en el programa oficial para la salida de las imágenes titulares de la cofradía, cuando arrancaron los aplausos en el interior de la majestuosa Iglesia de San Ildefonso. Quedaban unos minutos para que Jesús en su Gloriosa Resurrección irrumpiera en el castizo barrio, y la solemnidad se respiraba. Y sólo hizo falta que se cumplieran unos minutos más, para que la bella imagen de Rafael Rubio Vernia (1951) se encontra entre sus fieles. La hermosa talla -sencilla en lo que respecta a artificios, pero compleja y bella en expresividad- lució protagonismo en ese momento; sobre un monte de lilium encarnados consiguió impresionar a los allí presentes que rompieron el silencio para aclamar a su adorada imagen con gritos de «¡Viva el Resucitado!». La bella talla emocionó desde los primeros instantes, siguiendo a la perfección los sones de la Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús Despojado de Jaén, que le acompañó en su desfile procesional de ayer.

Blancas mantillas

Mientras el Resucitado recorría la Plaza de San Ildefonso, y se internaba en la calle Reja de la Capilla, la legión de romanos asomaba por la Iglesia de San Ildefonso, precediendo a las mujeres que, ataviadas con sus blancas mantillas, “celebraban” la resurrección de Jesús. Eran las diez y media de la mañana, y el frenesí volvía a acongojar las gargantas de los fieles allí presentes. Las campañas redoblaban con pasión, en sólo unos minutos saldría a la calle, para encontrarse con sus fieles, la imagen de María Santísima de la Victoria (Alfredo Muñoz Arcos. 1954). Y no defraudó a nadie, el impresionante palio que amparaba a su Virgen encogió el corazón de los allí presentes al sortear las dificultades propias de la salida del templo de San Ildefonso. Finalmente, la “Victoriosa Madre”, se encontró ante sus devotos, abrazada por centenares de flores blancas (lilium, margaritas, claveles, gladiolos, etc.), para festejar que su amado hijo había vuelto a la vida. El solemne palio recorrió la ciudad al son de las magistrales interpretaciones de la Asociación Cultural Don Ximeno de Torredonjimeno.

Si bien en el momento de la salida el desfile de la cofradía del Señor Resucitado y María Santísima de la Victoria contó con una presencia destacable de fieles, conforme la procesión avanzó en recorrido y horario, el número de fieles se fue incrementando. Así, las imágenes y el resto del cortejo recorrieron la Plaza de San Ildefonso, Reja de la Capilla, Capitán Aranda Baja, Teodoro Calvache, Melchor Cobo Medina, Chinchilla, Cuatro Torres,. Gracianas, Dr. Sagaz Zubelzu (antigua Tablerón), Virgen de la Capilla, Correa Weglison, Roldán y Marín, Plaza de la Constitución… Para encauzar Bernabé Soriano, camino de la tribuna en la carrera oficial. En este punto, los jienenses -de punta en blanco- esperaban emocionados la llegada de las imágenes de la cofradía del Resucitado. Este rincón de la ciudad es especialmente hermoso en el procesionar de las cofradías de la capital, y especialmente en el día del Domingo de Resurrección. Por eso, los dos tronos de la cofradía desgranaron en este punto del itinerario momentos especialmente emocionantes que fueron grabados en el corazón de los allí presentes. Y tras pasar por la tribuna -cuando estaba a punto de marcarse en el reloj la una de la tarde-, el Resucitado y María Santísima de la Victoria enfilaron el último tramo de la procesión, que les llevó por la Plaza de San Francisco, Ramón y Cajal, Hurtado, Obispo Aguilar, Muñoz Garnica y regreso a su templo.

Concluyó así una Semana de Pasión que ha sido benévola en cuanto a climatología -comparada con los años anteriores-; sentida, en cuanto a la devoción mostrada por los jienenses y visitantes que han participado en las procesiones; e intensa en cuanto al buen hacer de las cofradías que han protagonizado tantos momentos devotos durante los últimos días.