Miles de personas se congregaron a las puertas del Camarín de Jesús esta madrugada para ver salir la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el “Abuelo”, como es conocido popularmente. Tras 170 años sin que este hecho se produjera debido al mal estado del edificio, por fin los jienenses disfrutaron de esta estampa tras la restauración del monumento y la vuelta de las imágenes a su antigua morada. Las emociones estaban a flor de piel, ya que se trataba de un hecho histórico. Por ello, fueron pocos los jienenses que quisieron perderse este momento y se agolparon no sólo ante el Camarín, sino también en los alrededores, así como en los Cantones y el barrio de la Merced. Así, vieron desfilar a la Verónica, a San Juan y al “Abuelo”. La Virgen de los Dolores saldría un poco más tarde, para encontrarse después con su Hijo en la plaza de Santa María.

Y como momento histórico que se precie, los prolegómenos son igualmente intensos. De manera que el Jueves Santo de la capital se despertó con cierto aire especial. Por la mañana, eran muchos los jienenses y visitantes que se dirigían hacia la Carrera de Jesús con ramos de flores. Era la tradicional ofrenda floral a las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santí sima de los Dolores. Durante toda la mañana, no paró el ir y venir de numerosas personas que querían cumplir con esa tradición. A media mañana, ya era difícil cualificar cuantos ramos de flores se habían posado junto a las dos imágenes. Y la cosa no cesaba. Una y otra oleada de fieles sustituía a la anterior, con la misma devoción, fotografiando a sus veneradas imágenes, entregándoles flores (especialmente claveles rojos para Nuestro Padre Jesús y blancos para María Santísima de los Dolores), etc.

Acentos de distintas regiones de España y otros idiomas distintos del nuestro se escuchaban en el Camarín, y es que no el balde el tirón de esta procesión supera la geografía provincial y andaluza, y son muchos los fieles y turistas que procedentes desde distintos puntos se acercan, por curiosidad o por fe, a contemplar las hermosas imágenes en su templo, y evidentemente, en los momentos de su estación de penitencia. A la una de la tarde, eran todavía más los visitantes del Camarín, templo que se convirtió ayer en el principal punto de reunión de la capital.

Centenares de fieles se dejaron caer a lo largo de la mañana por el Camarín para ver a Jesús de cerca. Algunos de ellos, porque por distintas razones no podrían acompañar al “Abuelo” durante la procesión de la Madrugá y Viernes Santo, y otros por su amplia devoción, que año tras año les lleva a compartir con la cofradía cada uno de los momentos. Era un momento para la ofrenda y para hacer promesa; para pedir a las veneradas imágenes algo o simplemente para mostrarle su cariño y respeto.

Punto de encuentro

Y como punto de reunión de excepción en la jornada de ayer que fue el Camarín, la conversación protagonista no podía ser otra que la salida procesional de Nuestro Padre Jesús. No se hablaba de otra cosa, puesto que la devoción este año es más intensa aún debido a ese cambio en el desfile procesional de este año. Eran muchos los que consideraban ayer que la salida procesional de Nuestro Padre Jesús desde el Camarín era un hecho histórico y una experiencia a la que no había que faltar. Nadie se ha querido perder este momento, y por eso la incertidumbre durante todo el día era como poder acudir a la cita y rendir homenaje a Jesús durante su salida, ya que las previsiones de afluencia de público asustaban a más de uno.

«Va a ser un peligro», comentaba un joven, contestando a otro que repetía una y otra vez que la salida de este año sería toda una «experiencia». Mientras tanto, otro par de contertulios analizaban la zona y observaban el mejor sitio desde donde contemplar la salida de “El Abuelo”. «Allí arriba -en referencia a los Cantones- está el mejor sitio, porque puedes ver como entra y como sale». Mientras, su partener miraba hacia el edificio en construcción que hay frente al Camarín y afirmaba: «Si conociésemos al dueño de la obra, le pedíamos permiso para subirnos allí».

Esas y otras conversaciones similares se escuchaban en los corros de personas que se arremolinaban en torno al Camarín por la mañana. El temor a no poder ver la salida de las imágenes, por la gran afluencia de público que se preveía, chocaba con la devoción y el interés por acudir a esta cita histórica. La devoción por Nuestro Padre Jesús y la Virgen de los Dolores es grande, y aunque han sido muchos los que han destacado que no se acudiera en masa a la cita y que era más aconsejable disfrutar del “Encuentro” en la Plaza de Santa María, nadie quería perderse la salida por primera vez -después de más de 170 años- de las veneradas imágenes desde el edificio rehabilitado.

Devoción vs. razón

Cuando se trata de devoción, nadie atiende a la razón, por eso la Madrugá del Viernes Santo en el Camarín se ha caracterizado por la esperada afluencia de público. Ya por la tarde se veía “remolonear” a la gente, en torno al Camarín. La Carrera de Jesús fue ayer, sin lugar a dudas, la calle más concurrida de la ciudad, puesto que a pesar de que por la tarde la Casa de Jesús estaba ya cerrada, eran muchos los que caminaban hacía el lugar para echar un vistazo, ver el ambiente, etc. Y las conversaciones seguían siendo las mismas. Que cómo sería la salida de este año, que si habría mucha gente allí; otros defendían que la salida debería realizarse desde la Catedral, como en los últimos años, etc. Opiniones para todos los gustos y de muy distinto género, pero todas amparadas por la generalizada fe y devoción hacia las imágenes titulares de la cofradía jienense.

Un poco antes de las diez de la noche, llegaron los más madrugadores. Especialmente chicos y chicas jóvenes, que sumaban a su devoción la ilusión y el ansia por vivir en primer plano la gran noche de la Pasión de la capital, con la procesión de la Antigua, Insigne y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, como protagonistas indiscutible. Como la noche iba a ser larga, y fría -se llegó a unos ocho grados más o menos-, estos “grupos de madrugadores” iban preparados para todo.

Refrescos, bocadillos, chucherías de todo tipo, incluso mantas, para soportar tantas horas sin moverse del sitio elegido. Para los fieles más jóvenes, la Semana Santa se vive de una manera especial, con gran intensidad, sorpresa y emoción, por eso era de esperar que fueran ellos los primeros en dar el paso, y concentrarse en torno al Camarín, eligiendo los lugares privilegiados y esperando durante horas para ver salir del Camarín la imagen de Nuestro Padre Jesús y el resto de titulares. Habían oído que la afluencia sería masiva al lugar, y no querían arriesgarse a perderse ni un detalle.

Las horas daban para mucho, y las conversaciones para más, pero de manera recurrente, los primeros en llegar al Camarín n o podían parar de hablar sobre cómo sería esa salida de Jesús desde el edificio. Por todos es conocido la espectacularidad que aportaba ese momento cuando, como hasta el año pasado, se celebraba desde la Catedral, por eso las elocubraciones sobre cómo sería de especial esa noche eran continuas, y había argumentos y conjeturas de todo tipo.

Conforme se acercaba la hora de la esperada cita, el público fue creciendo hasta registrarse la esperada concentración de un numeroso público que acudía en masa a la zona. Cuando llegó el momento de la salida de Jesús desde su recuperada casa, la fe y el cariño hacia esta imagen se cortaba en el ambiente. El gran día había llegado por fin, y la cofradía esperaba ansiosa ese momento esperado durante casi dos siglos. Era el momento de demostrar a la ciudadanía y a todos los visitantes que desde el Cantón Jesús procesiona especialmente hermoso. Era la noche esperada, y la ilusión y el cariño fue recompensado con la belleza y el elegante procesionar.

Jesús se encaminó hacia los Cantones, iniciando así el novedoso recorrido, entre la muchedumbre que respetuosa y con todo el cariño posible, lanzaba los tradicionales “¡Viva el Abuelo! ¡Viva Nuestro Padre Jesús!. Desde ahí hacia la Merced, Almendros Aguilar, Madre de Dios, calle Maestra y Plaza de Santa María (donde estaba previsto el encuentro don la Virgen de los Dolores, a las cinco de la mañana), para continuar después por la Carrera de Jesús, el entramado de calles paralelas hasta San Ildefonso, etc. Nuestro Padre Jesús vuelve a procesionar en Jaén desde la que fue su casa durante mucho tiempo.