Tal vez no había el bullicio de una tarde de Martes Santo. Ni tan siquiera se asomaban a los balcones las saetas de la noche magdalenera. Pero con el color de las flores de mayo, María Santísima del Mayor Dolor volvía a caminar por un barrio que es cofradía y que la esperaba con galas de fiesta. Así se presentaba María, portada por sus fieles costaleras, las que mecen el palio y que ahora rezan cada cuenta con el anhelo de que no terminen los Ave María.
Se suceden los rosarios, vespertinos o de la aurora, en este mayo jaenero en el que las cofradías de Pasión rinden culto público a sus titulares marianas. Momentos de oración a cara descubierta, sin vergüenza y en voz alta, para que el pueblo de Jaén escuche a unos hijos que piden la intercesión de una Madre que llora cada por cada una de nuestras caídas. Con la luz tenue de una tarde que se marchita, caminó el cortejo de la Hermandad de la Clemencia llevando a mirada de María Santísima del Mayor Dolor a calles que piden verla cerca, para recoger las súplicas de unos devotos que volvieron a soñar en Martes Santo.
Fotografías: Manuel Quesada Titos