Con la visita a los Monumentos Eucarísticos y la tradicional ofrenda de claveles a Nuestro Padre Jesús Nazareno, comenzaba el Jueves Santo de 2014 en Jaén. El primero de los días grandes, como demuestran la ocupación hotelera y las terrazas de los bares, y que en el plano cofrade nos lleva al sabor rancio de aquel Jaén cofradiero de antaño. Porque entre el Jueves y Viernes procesionan las hermandades con mayor antigüedad y que, curiosamente, no viven ahora sus mejores momentos.
Es el caso de la Congregación de la Vera Cruz, la decana de las corporaciones pasionistas, que muestra una cara muy distinta a la que ofrece el Domingo de Ramos con la Oración en el Huerto. Cambia el semblante y hasta las formas, cuando la Basílica de San Ildefonso se abre para que por su estrecha puerta salgan los pasos de Jesús Preso, el Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de los Dolores. Por delante la Guardia Civil a caballo, para recordar el esplendor de una vinculación que se ha venido a menos pero que persiste en la llamada “procesión de los civiles”.
Bajo Jesús Preso, un Señor caminante sobre las aguas de Ramón Mateu, la cuadrilla de mujeres costaleras desplegaba arte con los pies para mecer al cautivado y abandonado, heredero de aquella Escuadra de los judíos. Este año, con la novedad de unos hachones que han mejorado la visión del Señor y han sustituido a los candelabros en cada una de las esquinas del paso.
Sin embargo, las miradas en San Ildefonso eran todas para el Cristo de la Vera Cruz, este año, erguido nada más salir, para que su Cruz, la Verdadera, se imponga sobre un monte de claveles rojos, sin inventos ornamentales porque no los requiere. Elegante e imponente el Cristo más judío de nuestra Semana Santa.
Y tras Él, en un cortejo lento y que a pesar de reducir el número de pasos, recuerda aquellas tardes de Jueves Santo de los cinco pasos, el palio de María Santísima de los Dolores, uno de los mejores pasos de palio de cuantos se pueden ver en nuestras calles, por su acabado y calidad. Tal vez, demasiado movimiento para unas bambalinas que merecen la mecida suave de unos hijos a su Madre, y viceversa.
Más tarde, desde uno de esos rincones que huelen a Semana Santa, la plaza de San Bartolomé, se esperaba la salida de la Hermandad de la Expiración. Dificultades para sortear una puerta que obliga a girar la cruz y que roza con sus dientes otro de los bellísimos palios del patrimonio cofrade jaenero. Con la mirada al cielo, en un último suspiro eterno, el Cristo de Expiración congela el alma de quienes buscan ese aliento que se escapa, como lo hace también la Semana Santa. Su banda clama con cornetas que lloran cada acorde, y tambores que retumban en el cielo, como entonces se resquebrajó. Y María, con los ojos enrojecidos del llanto, escucha cada una de las Siete Palabras que desde la Cruz, Cristo lanza al cielo y a la tierra.
Aunque si sobrecogedora es la salida, el regreso por Maestra incita a los “cangrejeros” a caminar entre la nube de incienso sin perder de vista la luz de la candelería sobre el pálido rostro de la Virgen en uno de los momentos álgidos de la noche del Jueves Santo.
El mayor inconveniente del Jueves Santo está vinculado al horario, demasiado tardío en el paso por Carrera Oficial lo que motiva que muchas personas abandonen el regreso de las hermandades para descansar y recuperar fuerzas para la larga madrugada que se avecina. Y sin lugar a dudas, la lentitud en el tiempo de paso, injustificada porque el cortejo de hermanos de luz no es todo lo amplio que gustaría en corporaciones de tan grande historia que procesionan en el primero de los días grandes de nuestra Semana Santa.
Escucha nuestra retransmisión del Jueves Santo en Jaén aquí: https://pasionenjaen.com/radio-jueves-santo-2014/