César Carcelén

Cuando lo sencillo se hace complicado

José Luis García

dropcap size=small]E[/dropcap]n 1956, la Cofradía de la Clemencia sustituyó la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Caída, que siete años antes había realizado Josefina Cuesta y modificado Rubio Vernia, por otra de igual modelo iconográfico, también donada por el director de Radio Jaén, Francisco González Quero. Su autor fue Emilio Navas-Parejo Jiménez (1911-1979), que la labró siguiendo la tradición escultórica de la escuela granadina del momento, a la que pertenecía el artista, como lo había hecho su padre, José Navas-Parejo Pérez. Bajo tales cánones, el Nazareno había sido concebido para no ser sobrevestido, lo que permitía contemplar su delicada policromía, de incuestionables rasgos granadinos. Sin embargo, las sucesivas juntas de gobierno de la cofradía, casi hasta nuestros días, han mantenido criterios dispares sobre la imagen y, más que en cuanto a las vestiduras, en cuanto a si el Nazareno debía ir en el paso solo o acompañado.

De tal manera, durante casi tres décadas, los cambios en la iconografía del paso han sido continuos. Así, de ir en solitario, el Nazareno de la Caída pasó a ir acompañado por uno de los sayones que la Vera Cruz salvó de la guerra civil, una imagen procedente el desaparecido paso del Prendimiento a la que se fueron cambiando los ropajes un año sí y otro también, pasando de ir vestido a la usanza de un cirineo a llevar ropas de soldado romano. El modelado del sayón obligaba a que fuese colocado en el paso de la Caída portando una cuerda con la que se ataba por la cintura al Cristo, cuyo plano de colocación debía ser alterado para armonizar el conjunto, siquiera mínimamente.

Pasado el tiempo, al filo del siglo XXI, en 1996, el sayón fue suprimido y su lugar lo ocupó, en 2000, otro sayón de nueva hechura, obra de Miguel Tirao, que en este caso llevaba en la mano un látigo. La imagen no gustó y fue suprimida posteriormente,

Nuestro Padre Jesús de la Caída volvió entonces a ir solo en el paso y así sigue, si bien continúa sobrevestido con túnicas que dejan al aire gran parte de los hombros y de la espalda, en un intento de seguir mostrando buena parte de su sencilla y efectiva policromía, aunque los ropajes tallados con que Emilio Navas-Parejo lo dotó continúan ocultos a la vista.

 

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