Se cumple el primer año de la Bendición de María Santísima Reina de los Cielos y sin embargo, parece que lleva aquí toda una vida. Aquella tarde todo era nuevo en San Miguel. Parroquia neófita en el asunto cofrade, se encontraba engalanada por un grupo de jóvenes cuya inexperiencia suplen con creces con voluntad e ilusión. Valores cristianos que han encontrado la complicidad de un párroco que no solo les orienta, también les apoya y da el arropo necesario para que los pasos sean tan certeros como requiere la complicada misión de crear una hermandad. Hermandad que, dicho sea de paso, pivota sobre la devoción a una Niña del Cielo, pero que crecerá si se sustenta en el amor al hermano.
Un año después, casi nadie desconoce ya a la Reina de los Cielos en esta tierra de olivares donde puso sus pies para quedarse. El 60 aniversario de esta advocación ha servido para enseñarla, para acercarla a la gente, para lucir su belleza en cartelería, pero sobre todo, para poner de manifiesto que María, la Reina de los Cielos, sonríe entre el llanto contenido al ver como sus jóvenes cumplen un año a su lado. 365 días de convivencia para incrementar el amor a la Madre del Redentor. Los primeros 12 meses de una historia que no ha hecho más que empezar.