Duodécima estación
Podría asemejarse a la duodécima estación del Vía Crucis, pero tampoco es así exactamente. Porque en San Bartolomé, Jesús no muere en la cruz. Su aliento se agota, su mirada se pierde, su vida se consume, pero ese último suspiro se hace eterno a la espera de un Jueves Santo de noche morada. Hasta…