Inmersos en la cuenta atrás del tiempo de la espera, el segundo tramo de la cuaresma tiene como protagonista el pregón. En estos días se suceden las exaltaciones que cada hermandad organiza para ponerle voz a un sentimiento compartido que, a su vez, es muy distinto según la persona que ocupa la tribuna.
Hay quienes se sumergen en sus vivencias para empatizar con quienes escuchan emocionados situaciones que han experimentado en sus propias carnes. Otros pregoneros indagan en la historia o las características que mejor identifican a la corporación cofrade, y muchos ahondan en la experiencia de fe que supone ser parte de un colectivo cristiano que cada primavera hace manifestación pública de lo que es.
Pero en todos ellos existe un denominador común, la búsqueda de la belleza mediante la palabra. La poesía y la prosa poética se funden en discursos apasionados, capaces de provocar las lágrimas en unos cofrades que se trasladan emocionalmente a ese día que llevas demasiado tiempo soñando.
Así es el pregón cofrade que en estos días se sucede en teatros y salones de actos, un arte literario y expresivo que ayuda a sobrellevar la espera.