Aún deambulamos por la Semana Santa buscando nuestro hueco. Aún esperamos encontrar la calle perfecta para pasar con nuestras imágenes titulares. Aún estudiamos el horario perfecto para que el que esté trabajando nos pueda ver en la calle, y quien madrugue al día siguiente pueda ver nuestras recogidas en los templos.
Pues sí, de cambios de recorrido y horarios va la cosa. Hace tiempo que anhelo una Semana Santa de itinerarios cofrades estables, de horarios que recordar en la mente de uno, de calles donde poder ver a esa o esta cofradía cada año sabiendo a ciencia cierta que tendrás tiempo de verlas a ambas sin problema.
Me cuesta recordar, y creo que podría contar con dedos, las cofradías que no han variado sus horarios de salida y llegada, así como sus itinerarios, en los últimos tres años. Incluso cofradías que cambian un año su recorrido, que no realizan desgraciadamente su salida debido al mal tiempo, y que al año siguiente vuelven a variar ese recorrido sin haber probado ni tan siquiera el primero. Variando, incluso, en los últimos años el itinerario oficial impuesto a cada una de ellas.
Atrás quedan los recuerdos de la niñez de ver a las cofradías cada año en el mismo sitio con tus padres, de irte a cenar con los amigos y llegar justo para el encierro de aquella que querías ver. Hoy no sabes a ciencia cierta si cuando te desplaces al templo para ver llegar la hermandad ya estará dentro de la iglesia o le quedará una hora para llegar, porque de regreso, los minutos no parecen minutos.
Se tiende a pensar que el fin de la cofradía es llegar al centro, recrearse por esas calles un poco, y volver lo más deprisa de nuevo a casa por el camino más corto, porque salir de procesión “cansa”. Vuelve peligrosamente esa mentalidad de que lo “importante” es ir dignamente por carrera oficial, o por la calle Maestra. Cortejos que se desordenan en el camino de vuelta, nazarenos y costaleros que se desentienden de dónde van y para lo que van en una procesión. ¿De verdad esperamos todo un año el salir a la calle y luego nos cansamos a la primera de turno?
Aún pienso que todo esto es el paso previo al gran cambio que, en este caso, es la estabilización. Ojalá llegue el día en que ver a una hermandad por una de sus calles de vuelta sea tan gratificante como verla por carrera oficial, ordenada, seria, completa…aunque poco a poco se van dando pequeños pasos que parecen de gigante.
A fin de cuentas, si nos cansamos de decir que para poner una cofradía en la calle hay que hacerlo lo más dignamente posible, qué menos que intentar hacerlo desde que se abren las puertas de su templo hasta que regresa la cruz guía de nuevo.