Es la única Novena que se celebra en Cuaresma y resulta corta. Porque solo estar cerca del Nazareno, bien merece estar no nueve días sino toda una vida. Jornadas de oración y contemplación al lado de quien saldrá en la oscuridad de la noche para cargar con la cruz de todos.
Y junto a Él, María. En sus manos, cada vez son más lo besos que depositan cariño y fe. Una fe que mueve montañas y que anhela una coronación que lejos de mover montañas, se ha encontrado con la dura roca. Paciencia y constancia en un camino que en la devoción encontrará aliados.
Fotografías: Manuel Quesada Titos