A pesar de que sea conocido por todos en estos lares, no deja de ser llamativo que las formaciones musicales que lucen con orgullo el nombre de Sagrados Titulares de las hermandades y con buena parte de sus componentes como cofrades, tengan que rezar con su música fuera de los templos. Así lo establece una normativa diocesana en la diócesis con mayor reglamentación cofrade de cuantas existen en el sur de España. Las bandas de música, de cornetas y tambores o agrupaciones musicales no pueden interpretar sus marchas en las casas de Dios y de sus hijos. Aunque como en toda ley que se preste, existen excepciones, sobre todo si la última palabra la tiene el que la dicta.
Los casos más recientes de este sinsentido de nuestra iglesia doméstica que sigue sin prestar la atención que merece el movimiento cofrade los vivimos en San Félix de Valois y en Cristo Rey. En el primero, la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Expiración, la misma que abre el cortejo del Corpus Christi, acudió a la Fiesta Principal de Estatutos de la Santa Cena para ofrecer un concierto dedicado a Jesús Salvador, al que acompañan cada Domingo de Ramos. La unión, la hermandad entre cofradía y banda, han dado pie a este acto sencillo y emotivo que tuvo de celebrarse en el patio lateral de la parroquia. Un concierto ante unos azulejos, cuando tras el muro estaba presente Jesús Salvador.
Pocos días después, en el Triduo al Cristo del Amor, la Agrupación Musical Jesús Despojado se ofreció para interpretar marchas dedicadas a quien acompañan cada Miércoles Santo. Sin embargo, una vez más, el Dios del Amor tuvo que aguardar dentro del templo mientras “su banda” le rezaba en la calle San Carlos.
Son solo dos ejemplos, recientes, del trato que reciben las formaciones musicales cofrades cuando se prestan a poner sus marchas, sus oraciones, al servicio de los cultos internos de las hermandades. Y como siempre nos miramos en otros espejos, no deja de ser incongruente como en pueblos y ciudades de nuestra región, incluida Sevilla, las bandas ofrecen conciertos en su interior día sí y al otro también. De hecho, las mismas formaciones jiennense son requeridas para estos menesteres fuera de la frontera imaginaria de la capital del Santo Reino.
¿Es que las cornetas, las trompetas y los tambores de Jaén suenan distintos a los de otras ciudades? ¿Acaso las Imágenes y los templos de esta bendita ciudad están hechos de un material especial contra el que no es conveniente que impacten las ondas sonoras que emanan de los instrumentos? Son solo preguntas absurdas lanzadas a quienes hacen oídos sordos a la música cofrade y, por ende, a la idiosincrasia que rodea a las hermandades. Y frente a esta negativa reglamentaria nos encontramos con videoclips, que al margen del estilo musical o el mensaje de sus letras, se ruedan en el interior del mismo templo en el que está prohibido que suene “Oración”. Quien lo entienda, que me lo explique. Por favor.