La Archicofradía Sacramental de San Ildefonso de Jaén, que cumple su 500 aniversario, organizaba el pasado fin de semana, 4 y 5 de noviembre, el IX Encuentro Nacional de Cofradías de Minerva. Así, participaban alrededor de 200 personas, de 18 Cofradías de Minerva de toda España. En la tarde del sábado se desplazaban hasta la Catedral de Jaén para participar en la Eucaristía presidida por nuestro Obispo, Don Sebastián Chico Martínez.
Homilía
Monseñor Chico Martínez comenzaba su predicación recordando que “en 1539 se erigió la primera cofradía dedicada al Santísimo Sacramento en la iglesia de Santa María sobre Minerva (Roma). De ahí conocidas popularmente como ‘Cofradías de Minerva’, cuyo principal objetivo es el culto y adoración al Santísimo Sacramento. Por tanto, nuestras cofradías sacramentales desempeñan un papel crucial en mantener viva esta fe y en promover una mayor devoción a la Eucaristía en nuestras comunidades. A través de vuestro trabajo, de vuestro servicio dedicado, nos recordáis que este sacramento es uno de los canales de gracia divina que nos ayudan en nuestra vida espiritual y nos fortalecen en nuestra misión de ser discípulos de Jesús”.
En este sentido el Obispo insistió en quela Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de todo cristiano; “es la fuente de la que se nutren y la cima hacia la que caminan. Sin la celebración eucarística no habría Iglesia; y sin la participación plena en ella, la vida de todo cristiano se debilita, se apaga y muere. La Eucaristía, diría san Agustín, es «sacramento de amor, signo de unidad, vínculo de caridad»”.
Asimismo, Don Sebastián quiso dirigirse a cofrades y adoradores para alentarlos a abrir el corazón ante Jesús Sacramentado. “Queridos cofrades, adoradores, este es un momento de gracia muy especial para abrir de par en par nuestro corazón ante Jesús Sacramentado y, con ojos de fe, ponernos en sus manos para que Él nos vivifique y fortalezca. Para ser testigos de su amor en la Iglesia y en un mundo, tan necesitado de ese amor divino, del que podemos ser cauces para que otros conozcan el amor infinito de Dios”. Para añadir: “La Eucaristía es acción de gracias, alabanza, bendición y fuerza que nos empuja a un modo de vivir, activo, dinámico y transformador”.
Finalmente, se encomendaba a María Santísima, nuestra Madre del Cielo, primera mujer eucarística, para que “nos ayude y enseñe a descubrir siempre a su Hijo en el misterio eucarístico y en el rostro de todos nuestros hermanos”.
Posteriormente, se realizó una procesión claustral con el Santísimo Sacramento por las naves de la Catedral, ya que, debido a las inclemencias meteorológicas, se canceló la procesión prevista hasta la Basílica Menor de San Ildefonso. De vuelta al altar mayor, la celebración eucarística culminaba con la bendición de nuestro Obispo con el Santísimo Sacramento.