Desde la Cuaresma de 2020 no veíamos una cofradía ponerse en la calle para manifestar públicamente su fe. Un año y medio después, los cofrades de Jaén han vuelto a salir bajo la protección del manto de María Santísima para recuperar, con muchas restricciones, el culto público externo, esencia de las hermandades.
Ha sido este domingo, Festividad del Dulce Nombre de María, cuando al poco de despuntar el alba, María Santísima de la Caridad y Consolación abandonaba temporalmente la Parroquia de San Juan Pablo II para acompañar a sus cofrades de la Santa Cena en el Rosario de la Aurora. Fue poco tiempo, quizá el justo y necesario, para que volviéramos a ser conscientes de que la normalidad, también en el plano cofrade, puede estar más cerca.
Un poco después, tras la celebración de la Eucaristía en la Basílica Menor de San Ildefonso, hacía lo propio María Santísima de la Victoria. Con el rezo del Vía Lucis en la mañana del domingo finalizaban los cultos marianos los cofrades del Resucitado en cuyos ojos se intuía la emoción de vivir algo histórico, la victoria de la vida y de la fe.