El Arciprestazgo Virgen de la Capilla de Jaén celebró en pasadas fechas un encuentro de adolescentes y jóvenes en torno al sacramento del Bautismo y sus diferentes símbolos. “Nos hemos centrado en el pasaje evangélico del bautismo de Jesús y para eso queríamos tener este encuentro, para renovar nuestro bautismo, formarnos sobre el sentido y significado de este sacramento y caer en la cuenta de que estamos bautizados, que el bautismo actúa en nosotros”, asegura D. Francisco Carrasco, capellán de la Pastoral Universitaria y uno de los organizadores de esta convivencia juvenil arciprestal.
El encuentro se celebró en el Colegio Divino Maestro de Jaén y participaron 140 chicos y chicas. Tras la oración de inicio de la convivencia, los participantes se dividieron en grupos para participar en 8 talleres sobre los ritos del Bautismo. “En cada taller se reflexionó sobre un momento de la celebración sacramental del bautismo”, subraya Carrasco.
Pasadas las 13.30 horas comenzaba la eucaristía. Durante su homilía D. Francisco Carrasco incidió en la importancia de hacer presente a Jesucristo en todos los aspectos de nuestra vida. “Por el bautismo somos incorporados a Cristo y nosotros formamos el cuerpo de Cristo. Todos formamos un único cuerpo, el cuerpo de Cristo. Jesús vivió con un cuerpo como el nuestro y se hizo visible, palpable, en nuestro mundo. Ahora en el mundo lo hacemos visible, presente, nosotros, los cristianos. Nosotros somos los ojos, la boca, los oídos, las manos, los pies y el corazón de Jesús. Cada uno de nosotros en nuestra vida manifestamos a Jesús a los demás. Hacemos a Jesús presente en el mundo. No solamente cuando estamos en la catequesis o en la Cofradía, sino también en el cole, con nuestros amigos, en el deporte…en todos los aspectos de mi vida hago presente a Jesús”.
Asimismo, hizo hincapié en el lema del Encuentro «Jesús, fuente de agua viva»: “En la eucaristía es donde Jesús nos llena de Él. Lo necesitamos a Él. Para que luego en nuestra vida podamos ser, como dice el Evangelio, fuentes de agua. Que de nosotros mane un manantial de amor. Nosotros no podemos ser cristianos, no podemos vivir verdaderamente como cristianos si no venimos a la Eucaristía y comemos el cuerpo de Cristo, nos alimentamos de Él”.
Al finalizar la misa se celebraba una comida fraternal. La jornada concluía con juegos y dinámicas. Asimismo, a todos los participantes se les entregó una pulsera blanca “para que recuerden su condición de bautizados revestidos de Cristo”.