Era la primera tarde de otoño real. Con la oscuridad vespertina de luz menguada por el cambio horario, María Santísima de la Trinidad volvió a salir a las calles de su barrio para reencontrarse con su gente de San Isabel. Y su gente no le falló. La echan en falta el Miércoles Santo, el día más grande de un barrio que se ha hecho cofrade trinitario. Por eso, en una jornada muy distinta a la que ofrece la primavera, la Trinidad les recuerda que más pronto que tarde saldrá bajo palio cuando rompen las flores y las hojas nacen. De momento, tiene que conformarse con ver los árboles en el estado opuesto, que como las tardes, se encogen en la penumbra.
Fotografías: Daniel Carrasco