Es sinónimo de fin de vacaciones, de regreso a casa, de vuelta al cole y reinicio de rutinas. Pero también significa el alivio estival, las tardes tempranas y los reencuentros. Todo esto es septiembre, y con su primer domingo, la Pastora. De repente vuelve a latir el bullicio cofrade en torno a María, curiosamente, en el mismo lugar donde la dejamos en junio antes de tomar las merecidas vacaciones que hacen alejarnos del bochorno de un Jaén que nunca dejamos del todo.
Muchos aún permanecen en “los campos”, como aquí llamamos a la segunda residencia en las zonas de los Puentes que salpican el bello entorno de la ciudad. Sin embargo, la Pastora vuelve a asomarse para caminar por Jaén recogiendo a sus “ovejas”. Por eso, hasta que no cayó la noche, el centro de la ciudad de un domingo de verano no mostró el aspecto que suele ofrecer cuando las cofradías salen a manifestar su fe. Bulla que, de repente, apareció en la calle Maestra, donde desde los balcones de la Peña Flamenca volvieron a sonar Salves aflamencadas y pétalos de rosas. Rincones cofrades y lugares mágicos que la Pastora también encuentra en Almenas, donde la noche invita al romanticismo de un amor que perdura año tras año, verano tras verano.
El cortejo procesional lo abría el Simpecado y las grandes banderas que por la mañana coquetearon con el aire revoloteando como las alas de una paloma mensajera de la Paz que siempre nos trae María. Escasez de representaciones de Gloria y pocos hermanos de vela, en un mal endémico de nuestras hermandades que se agrava cuando la Pasión da el testigo a la Gloria. Sin embargo, con la cercanía del paso, todo cambia. El ambiente costalero se ha apoderado de una hermandad que apostó por la juventud y el costal en un momento de declive que ha sido revertido desde las trabajaderas.
La Banda de Nuestra Señora de la Amargura, de la Sociedad Filarmónica de Jaén, puso el siempre exquisito toque musical a una procesión que abrió el curso cofrade de un Jaén que, en septiembre, se vuelve a mirar al espejo para reiniciarse aunque siempre manteniendo sus tradiciones y costumbres. Y la Pastora no puede faltar en el volver a empezar.
Fotografías: José M. Anguita