La Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico incorpora ocho nuevos proyectos al plan de ayudas de arte sacro, lo que conlleva una inversión de 202.389 euros más en la provincia jiennense. El delegado territorial, Jesús Estrella, ha señalado que la ampliación de la dotación presupuestaria que aprobó el Consejo de Gobierno de Andalucía el pasado martes permitirá intervenir en obras artísticas que se encuentran en la Catedral de Baeza, la Capilla de San Andrés de Jaén o en retablos y pinturas murales de Bailén, Torreperogil y La Guardia. “Una vez más, la Consejería muestra su compromiso para recuperar y proteger nuestro patrimonio histórico y cultural. La ampliación de los fondos nos permite recuperar proyectos que en la anterior convocatoria quedaron como suplentes”, afirma Jesús Estrella Martínez.
La Resolución de la línea 1 de la convocatoria de 2021 dotada de 2.831.923 euros (incluida ampliación de crédito), podría suponer para Jaén un total de 8 proyectos subvencionables por importe total de 202.389 euros, actualmente 5 beneficiarios provisionales y 3 suplentes, convirtiéndose en la tercera provincia andaluza con más números de proyectos subvencionados por detrás únicamente de Sevilla y Cádiz.
Así, la Parroquia de la Encarnación de Bailén con las pinturas murales de la capilla de la Virgen del Rosario; la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza con el retablo de la capilla de los Quesada; la Santa Capilla de San Andrés de Jaén, con su retablo mayor, la Parroquia de la Asunción de Nuestra Sra. de la Guardia con las pinturas murales de Santo Domingo y San Jerónimo Penitente y la Parroquia de Santa María la Mayor de Torreperogil con su retablo mayor son beneficiarios provisionales.
Por otro lado, Jesús Estrella recuerda que la provincia de Jaén fue beneficiaria de cuatro subvenciones en la convocatoria de 2020 para ambas líneas, que suman un total de 98.867 euros para tres proyectos de restauración de arte sacro presentados por el Obispado de Jaén (Martirio de San Sebastián de Martínez Domedel de la Catedral), la Parroquia de San Bartolomé (retablo) y la Real Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Cristo Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de las Angustias (trono de la Virgen de las Angustias) y un proyecto de realización de inventario de la Catedral de Jaén.
Asimismo, la Parroquia de San Ildefonso de Jaén, con la pintura de San Cristóbal; la Santa Catedral de Jaén, con la pintura de la Anunciación, y la Parroquia de San Eufrasio también de la capital con la pintura del martirio de San Bartolomé y San Pedro Penitente son beneficiarios suplentes.
El delegado territorial recuerda que Jaén recibió también 36.000 euros de tres subvenciones para realizar inventarios en las Catedrales de Jaén y Baeza. “Estas ayudas que atienden al patrimonio histórico de carácter religioso andaluz, contribuyen a su conservación, conocimiento y difusión y, por tanto, son dinamizadoras de la economía a través de la creación de puestos de trabajo especializados vinculados a la conservación y la restauración y con el refuerzo del turismo cultural, atraído, en muchas ocasiones, por la belleza de nuestras tradiciones”, afirma Jesús Estrella.
Proyectos incluidos:
La Parroquia de la Encarnación de Bailén propone restaurar las pinturas murales de la capilla de la Virgen del Rosario. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, Bien de Interés Cultural según decreto de 93/1985, de 2 de mayo, por el que se declara a la Iglesia de la Encarnación de Bailén (Jaén) monumento histórico artístico de carácter nacional (BOJA núm. 60, de 11 de junio de 1985), se trata de pintura mixta de temple sobre yeso de finales del siglo XVI (1599), de la escuela jiennense. La iconografía muestra a la Virgen del Rosario venerada por santos y santas de la Orden de Santo Domingo. En la parte superior de la hornacina se representa la escena principal (glorificación de la Virgen del Rosario) rodeada por dos series de pequeñas escenas: cuatro Misterios Gozosos (Encarnación, Visitación, Natividad, Presentación en el Templo) y cuatro Misterios Gloriosos (Resurrección de Cristo, Ascensión de Cristo, Pentecostés, Asunción de María). El misterio de la Coronación de la Virgen figura en la clave, como colofón glorioso del conjunto. En la parte inferior de la hornacina se representan otras escenas: Misterios Dolorosos y Consagración Eucarística, probable representación de la Misa de San Gregorio (restos muy deteriorados o prácticamente perdidos). Realmente este motivo central se relaciona con una iconografía paradigmática en la que la Reina de los Cielos y el Niño Jesús entregan (enseñan a rezar) el Santo Rosario a los santos fundadores de la Orden de Predicadores, en sus dos ramas, masculina (Santo Domingo de Guzmán) y femenina (Santa Catalina de Siena), muy difundida en Europa y América durante los siglos XVI y XVII. En la hornacina de Bailén esta escena principal queda envuelta por un concienzudo mensaje catequético sobre el valor salvífico de la oración y el sacrificio de la Santa Misa: en los laterales figuran los Misterios Gozosos y los Misterios Gloriosos, con la Coronación de la Virgen situada en la clave, como colofón glorioso del conjunto; habiendo prácticamente desaparecido los pinturas de la parte inferior, donde se situaban los Misterios Dolorosos y otras escenas sobre la celebración de la Santa Misa en el momento supremo de la Consagración. Hasta agosto de 1936 la pequeña capilla-hornacina figuraba cubierta o tapada por un retablo barroco de madera, probablemente del siglo XVIII, destruido durante la Guerra Civil, junto con la imagen de vestir de la Virgen del Rosario. Al finalizar la Guerra Civil, con la rehabilitación del templo, se redescubrieron las pinturas murales fechadas en 1599, quedando desde entonces expuestas al público. El espacio de la capilla-hornacina se ha venido utilizando para enmarcar la exposición al culto de diferentes imágenes religiosas. En 1972, con ocasión de la consagración del nuevo retablo mayor del templo, la primitiva capilla de la Virgen del Rosario fue rehabilitada como nuevo Sagrario o “capilla del Santísimo”, según el proyecto definitivo del escultor Francesc Carulla i Serra, fechado en marzo de 1971. Para esta intervención se planificó la restauración de las pinturas murales, que entonces se imputaban de estilo gótico, pero no pudieron ejecutarse. La actuación de conservación y restauración que se propone tiene como único objetivo evitar la pérdida de un obra histórico artística de reconocida singularidad y representatividad a nivel regional. Esto supondría la revalorización del más importante de los bienes muebles vinculados al templo parroquial de La Encarnación (B.I.C.), con las implicaciones culturales, educativas, sociales y económicas que ello conlleva. El estado de conservación es pésimo. En general el deterioro más alarmante que observamos es la pulverulencia de los pigmentos y las sales que se pueden observar a simple vista. La humedad acelera el proceso de descomposición de los aglutinantes, lo que provoca la disgregación de los pigmentos y, como estadio final, su pérdida de adherencia al soporte. Debido a este importante deterioro, se ha perdido un gran porcentaje de la capa polícroma, ocasionando importantes lagunas en la capa pictórica, sobre todo en la parte inferior del conjunto.
La Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza propone restaurar el retablo de la capilla de los Quesada. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, Bien de Interés Cultural adscrito a la protección de Bien de Interés Cultural del inmueble, según decreto de 3 de junio de 1931, actualizado en la ley 16/1985 del Patrimonio Español de 1985 y en la ley 14/2007 del Patrimonio Histórico Andaluz, contempla la actuación sobre dicho retablo, barroco en yeso policromado y madera dorada de autor anónimo. El lienzo representa la caída de Jesús con la cruz a cuestas, camino del monte calvario, copia del lienzo de Rafael de Sanzio que se encuentra en el museo del Prado “El pasmo de Sicilia”. Data del S.XVIII y la técnica de ejecución es óleo sobre lienzo. La capilla de los Quesada, catalogada como Bien de Interés Cultural “BIC” con la calificación de monumento, así como los bienes muebles custodiados en su interior se ubica junto al altar mayor, en la nave del evangelio y fue fundada en 1412 por Pedro Díaz de Quesada, III Señor de Garcíez, para ser retranqueada en la ampliación del templo. En 1773 fue reformada completamente alcanzando su aspecto actual. : En la década de los años 70, debido al abandono que sufría el templo, se realizaron labores de adecuación por personal no cualificado; es en este momento, cuando se realiza un repinte generalizado en todo el zócalo del retablo, con pintura plástica. Este retablo es un exponente claro del Barroco tardío y muestra de la evolución histórica y estética de un edificio; tiene como singularidad la técnica de ejecución, de la que no se conocen paralelos en la comarca. Artística y técnicamente, es una obra de gran calidad y por ello esta actuación tiene como objetivo el devolver a la obra la estabilidad estructural y técnica, frenando el progresivo deterioro que provocan las patologías que presenta. Las perdidas de policromía dejan muy expuesta a los agentes de deterioro la pintura circundante que tiende al levantamiento y posterior pérdida. De igual manera, el soporte de yeso que queda sin protección debido a su gran higroscopicidad, que tiende a absorber la humedad ambiental y a producir eflorescencias aumentando exponencialmente el progreso de las patologías. En cuanto al lienzo el objetivo es paliar el deterioro producido por el destensado del lienzo y el desclavado del lateral izquierdo que provocan la acumulación de polvo en los abolsados y las pérdidas de estrato pictórico.
La Santa Capilla de San Andrés de Jaén propone restaurar el retablo mayor de la Iglesia de San Andrés. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, Bien de Interés Cultural inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, estando adscrito a la protección de Bien de Interés Cultural del inmueble, según decreto de 3 de junio de 1931, actualizado en la ley 16/1985 del Patrimonio Español de 1985 y en la ley 14/2007 del Patrimonio Histórico Andaluz, contempla la actuación sobre dicho retablo, barroco (1744-1748), de estructura y soporte de madera sobre la que se ha utilizado la técnica del dorado, el estofado, el policromado y con corladuras de plata, atribuido a Lucas o Alonso Colmenero. En el ático nos encontramos dos pequeños ángeles y el escudo del fundador de la Santa Capilla, Gutiérrez González Doncel, y de la Fundación creada con posterioridad. En el cuerpo central se ubican a los lados San Pedro y San Pablo, y en el centro San Andrés. El retablo actual viene a sustituir al antiguo retablo que Pedro Machuca y su hijo Luis Machuca, tras la muerte del padre, terminaron alrededor de 1556-1558. Decidiéndose su cambio porque se encontraba “muy viejo y cayéndose a pedazos (…) y sucediesen algunas desgracias”. El retablo se adapta al ábside semicircular y consta de tres calles, un piso, un ático y un banco. Nos encontramos ante un retablo de mediados del siglo XVIII, de clara influencia del barroco tardío, posiblemente con un acercamiento a los ideales churriguerescos con el uso de los estípites, el juego de luces y sombras, y la decoración como máximo representante, aunque a la vez dulcifica las formas y no llega a los extremos con un excesivo horror vacui. Esto se consigue con la mezcla entre los elementos dorados y la pintura de las tablas del retablo. En el caso de las esculturas, se conservan tal cual se plantearon y son de una gran calidad técnica que demuestra la valía artística que tenía el maestro José de Medina, y que se puede ver en otras grandes imágenes de la capital jiennense: tales como la dolorosa de la cofradía de Ntro. Padres Jesús Nazareno y la atribución que se realizó hace unos años del crucificado de la Expiración de la Iglesia de San Bartolomé. También debemos alabar la obra del tallista Alonso o Lucas Colmenero, que tras realizar el retablo de San Andrés fue contratado para hacer los dos retablos menores del testero de la catedral jiennense.
La Parroquia de la Asunción de Nuestra Sra. de La Guardia propone la conservación de las pinturas murales de Santo Domingo y San Jerónimo penitente de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, Bien de Interés Cultural, estando adscrito a la protección de Bien de Interés Cultural del inmueble, Monumento según BOE de 21 de marzo de 1975, actualizado en la ley 16/1985 del Patrimonio Español de 1985 y en la ley 14/2007 del Patrimonio Histórico Andaluz, contempla la actuación sobre dichas pinturas, que se encuentran a una altura aproximada de un metro sobre el nivel del suelo, formando una hornacina decorada con pintura mural que enmarca las escenas. Rematan de forma semicircular y ambas son muy similares en tamaño y forma. Ambas escenas se encuentran pintadas finamente sobre el muro previo enlucido del mismo con técnica de pintura mural, seguramente al seco. El muro es de piedra, y sobre él se observan varias capas que hacen de intónaco y arriccio, siendo una de mayor grosor y granulometría y otra más fina para recibir la pintura. Los colores son muy delicados, así como el trazo, el cual delata un gran dominio del oficio y la técnica. Santo Domingo se representa con hábito dominico, de pie en el exterior con un paisaje de fondo. A sus pies figura un perro con una bola del mundo, ello se debe a un sueño que tuvo su madre durante su embarazo. Soñó que llevaba en el vientre un cachorrillo blanco y negro que tenía en la boca una antorcha y que salía de su vientre y encendía el mundo. Santo Domingo, porta en su mano derecha una cruz que indica su carácter de predicador ya que como tal se comportó con los cátaros y albigenses. En su mano izquierda encontramos un libro, el de la Regla y Constituciones de su orden. La otra pintura, de la misma forma y con similares medidas a la anterior, representa a los dos Santos en actitud de penitencia. No es habitual, sino todo lo contrario encontrar iconográficamente estos Santos juntos en una misma escena. Se encuentran arrodillados, con los torsos desnudos. Santo Domingo se encuentra a la izquierda de espaldas en actitud de flagelación y San Jerónimo a la derecha más de frente al espectador golpeándose el pecho con una piedra. En la parte superior se encuentran simuladas nubes junto con la representación del sol y la luna con caras humanas. Ambas escenas están enmarcadas por pintura imaginando sillería y ricos mármoles. Las pinturas no han sido estudiadas en profundidad, aunque se pueden adscribir al periodo renacentista del siglo XVI. Coinciden en estilo y época en la que se ejecutó la iglesia. El pésimo estado de conservación, junto con el peligro inminente de pérdidas por la mala adhesión entre los distintos estratos hace que sea necesaria una rápida intervención de conservación y restauración de la obra. Tras la misma se podrá observar con integridad, ya que actualmente poseen numerosas pérdidas que impiden la correcta visión de las mismas. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y el antiguo convento de Santa María Magdalena de la Cruz forman parte del único conjunto que constituyó el convento fundado por la Orden de Santo Domingo en la localidad de La Guardia de Jaén en la provincia de Jaén. Sus obras se iniciaran en la actual ubicación hacia 1539. De estilo inicialmente gótico, la traza seguiría un primer proyecto redactado por Domingo de Tolosa, pasando posteriormente a ser profundamente revisado por Andrés de Vandelvira, que imprimiría su personal sello de corte renacentista al templo y logia del claustro.
La Parroquia de Santa María la Mayor de Torreperogil propone la conservación del retablo mayor de la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, Bien de Interés Cultural, estando adscrito a la protección de Bien de Interés Cultural del inmueble, según Decreto 16/2010, de 19 de enero, por el que se inscribe en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Monumento, dicha Iglesia, contempla la actuación en el retablo, de planta lineal, que no se amolda a la cabecera, y que está compuesto por un banco con zócalo de piedra, dos cuerpos y tres calles, la central más ancha que las laterales, y ático. Sobre pedestal está el Sagrario en bronce. Las calles quedan separadas por cuatro columnas compuestas que apoyan en basamentos con motivos eucarísticos. El primer cuerpo está decorado en el centro con un cuadro de San Juan Evangelista sorprendido por la llama o luz divina. La calle central se ornamenta con ángeles que sostienen una cartela con frases alusivas a la consagración del pan y del vino y a los lados San Juan Evangelista y San Francisco. Las calles laterales del primer cuerpo poseen dos hornacinas de medio punto con las esculturas del Sagrado Corazón y una Virgen María, decoradas con pilastrillas mixtilíneas con rocallas, y rematadas mediante molduras con roleos. El entablamento se decora en la cornisa con tacos y en el segundo cuerpo aparecen cuatro columnas corintias que separan las calles de menores dimensiones. La hornacina central, que alberga una Virgen María, es poligonal con un arco de medio punto que apea en pilastras decoradas. A los lados hay hornacinas, también poligonales con arcos mixtilíneos, con San Esteban y San Blas. Tras el entablamento, en el ático, aparece el anagrama de la Virgen María, compuesto por un arco con la ciudad de Jerusalén y un Cristo enmarcado por pilastras y dos grandes roleos, coronándose con el ojo místico. Presenta estructura y soporte de madera, sobre la que se ha utilizado la técnica del dorado, el estofado, el policromado, con picado de lustre en zonas locales. Fue diseñado en 1.555 por Julio de Aquiles y Hernán Cañamero, siendo sus entalladores Juan Pérez de Jaén y Juan de la Barba de Alcaraz, y se reformó en 1.661 por el maestro Antonio Vago permaneciendo inacabado hasta el siglo XVIII, momento en el que fue dorado por José García de Espantaleón. A pesar de sus diferentes modificaciones su concepción original es de traza renacentista, que se mantiene en su estructura. Es una obra de gran calidad y de una altura significativa. El retablo presenta múltiples alteraciones, desde estructurales hasta superficiales y de diferente procedencia tanto de incidencia humana como pueden ser el vandalismo o intervenciones con criterios desactualizados hasta problemas ambientales pasando por ataques de insectos. En sus esculturas aparecen grietas profundas, atendiendo a la ubicación y la posición de las esculturas corre un grave riesgo de desprendimiento, así como la estructura del retablo donde se aprecian molduras y ornamentación separadas del entablamento de fondo, por lo que se considera urgente su intervención.
Por otro lado, dentro de la orden pero como suplentes quedan:
La Parroquia de San Ildefonso en Jaén propone la conservación del lienzo de San Cristóbal, pintura sobre tela, ubicada en la Basílica menor de San Ildefonso, Jaén. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, en el Inventario General de Bienes Muebles según BOJA 18/12/2007 (248), pág. 6, Código 012305000300062.0000, pretende abordar las actuaciones necesarias en este lienzo de gran formato en el que se muestra la iconografía tradicional de San Cristóbal, encarnado en un gigante cananeo que cruza un río abrumado por el peso del Niño Jesús. Se atribuye a José García Espantaleón (Alhama de Granada, 1741-Jaén, 1814), en el año 1813 (estilo barroco). El referente son estampas de tradición medieval, concretamente antiguas xilografías como la fechada en 1423, conservada en la John Rylands Library, que se mantuvo viva durante toda la Edad Moderna. En ellas se potencia el dinamismo a través del vuelo del manto del santo que para mostrar su considerable tamaño se apoya en una alta palmera. Al fondo se describe un paisaje salpicado con árboles, una montaña de tonos azulados y una tienda en la que aparece sentado el ermitaño que le guiaba y que le reveló a Cristo. José García Espantaleón “el Joven” es un maestro que perteneció a una amplia saga de artistas; trabajó en la segunda mitad del siglo XVIII y en los primeros años del siguiente, hasta su muerte en 1814. Con una amplia proyección en la comarca de la Loma y también en la capital, llegó a restaurar algunas obras al sur de la provincia de Córdoba, por ejemplo, en Rute. Desde mediados del siglo XVIII la parroquia de San Ildefonso de Jaén asiste a un proceso de renovación de sus bienes muebles para adaptarlos a los gustos barrocos. El paso de Pedro Duque Cornejo, que deja varios retablos y el tabernáculo del altar mayor, así como José de Medina o Francisco Calvo, contribuyen al cambio de imagen de un templo medieval y el más importante de Jaén, después de la catedral, pues acoge a la Virgen de la Capilla. En este contexto se irán realizando numerosas obras plásticas y de incremento del ajuar de altar y los ornamentos. El broche de oro llega con la ejecución de este monumental lienzo de San Cristóbal que, de acuerdo con la tradición, se sitúa junto a la puerta principal del templo, por ese tiempo intervenida por Francisco Calvo con diseños de Ventura Rodríguez. De este modo, la parroquia de San Ildefonso podía contar con una pintura monumental de este santo al igual que ocurría en las catedrales de Jaén y Baeza, así como en grandes templos de la diócesis como las colegiatas. La obra fue encargada por el prior de la parroquia de San Ildefonso, el bachiller Tomás Muñoz, al pintor, dorador y escultor residente en Úbeda, José García Espantaleón “el Joven” y costeada por el matrimonio de feligreses del templo Francisco López Granados y María Felipa de Martos y Molina. En 1813, García Espantaleón, que contaba con 72 años y que moriría en 1814, daba por finalizado el encargo. En cuanto a su iconografía, “Cristóbal” significa “portador de Cristo”. Representaba a un soldado que buscaba servir al superior con mayor poder en todo el mundo. En un primer momento, se puso a disposición de un rey, hasta que descubrió que éste temía al diablo, por lo que pasó a servirle a él hasta verle vencido por la Cruz, por lo que empezó a buscar a Cristo. Finalmente, un ermitaño le indicó qué hacer para ser servidor de Cristo y, tras varias propuestas fallidas, le pidió que hiciera un servicio por los demás, concretamente pasar a peregrinos de un lado a otro de un río muy peligroso. Jesús se le presenta como un niño, aparentemente débil, que, una vez sobre sus hombros, manifiesta su grandeza a través de un peso enorme –reflejo del peso del mundo- que hunde los pies del gigante en el lodo del río. El Niño, para demostrar quién era verdaderamente, le pide que clave su inerte cayado en la tierra y este se convierte en una fértil palmera llena de dátiles, que le suele acompañar en su iconografía. Esta devoción cristiana tiene sus paralelos en la mitología clásica y se asocia a Hércules y Atlas. Su devoción se extiende en la Baja Edad Media pues se le considera patrón de la Buena Muerte, de ahí su abundante presencia y el tamaño de las representaciones junto a las puertas de acceso a los grandes templos. También se consideró protector de los comerciantes y peregrinos. Su ubicación en este lugar, junto a la capilla de la Soledad, que atrae a un gran número de fieles por hallarse allí también la imagen de Santa Marta, ha fomentado una gran devoción a este santo, convirtiéndolo en un importante referente de la piedad popular de la ciudad. La pintura sobre tela está ejecutada con la técnica del óleo. La capa de preparación presenta un tono rojizo como se ha podido identificar a través de las lagunas de la zona inferior. La capa pictórica es fluida, sin empastes, aplicada sobre un estrato de preparación de mayor grosor. Es posible que sobre la capa pictórica se haya podido aplicar algún barniz con el fin de refrescar los colores. La obra presenta retoques en la capa pictórica, sin haber subsanado previamente las pérdidas de preparación. El gran tamaño de la pieza debe haber dificultado su manipulación a lo largo de la historia, no obstante, en la zona inferior hay un roto de tejido que parece haber sido reparado con un parche, para poder colocar esta pieza de tela es necesario acceder al reverso. Ninguna de estas intervenciones se rige por los criterios actuales de restauración. La obra presenta un estado de conservación pésimo, por lo que se requiere la restauración urgente con el fin de devolverle la estabilidad que permita su conservación el tiempo.
La Santa Iglesia Catedral de Jaén propone la conservación del lienzo de La Anunciación, pintura sobre tela. Esta obra se encontraba en la calle lateral izquierda del primer cuerpo del retablo mayor de la Catedral de Jaén, de ahí fue trasladada en 1821 al muro inmediato (lateral izquierdo de la capilla). La intervención se realizó para actualizar el retablo a los gustos neoclásicos e incorporar dos lienzos considerados de Murillo. El proyecto de conservación redactado al efecto, por tratarse de un bien del Inventario General de Bienes Muebles, además de inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, estando adscrito a la protección del Bien de Interés Cultural del Monumento Nacional Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen de Jaén, según decreto de 3 de junio de 1931, Gaceta del 4 de junio de 1931, contempla las actuaciones necesarias para abordar las actuaciones urgentes que devuelvan la estabilidad que permita su conservación en el tiempo, pues su estado de conservación pésimo. Se atribuye a Sebastián Martínez Domedel (1661-1662, barroco). La pintura tiene un marco policromado que imita mármoles en tonos rojizos con el filo dorado. La escena se desarrolla en un interior con arquillos lombardos en el que existe un punto de fuga hacia un exterior amurallado en el lado izquierdo. María, vestida de rojo y azul, aparece sentada en un sillón de alto respaldo y sobre una alfombra con decoración de motivos orientales. Ante ella, el arcángel se arrodilla en el momento en el que Dios Padre, en el ángulo superior izquierdo, envía al Espíritu Santo, en el centro de la composición. En esta pintura, y en el resto de las copiadas en el monasterio de El Escorial, Sebastián Martínez mostró su gran capacidad y versatilidad, a la par que su carácter ecléctico y su excelente valía como copista. Para representar la Anunciación, Martínez recurrió a una pintura de gran devoción entre los Austrias, como era la copia de la Annunziata de Florencia que se hallaba en El Escorial. El pintor giennense la recreó con gran detalle, incluso introdujo el dorado de los rayos que rodean al ángel y las aureolas, así como las inscripciones del original, partiendo de la copia que Alessandro Allori realizó del fresco en 1584, regalada por Francisco I de Medici a Felipe II, entre otros presentes. Se trataba de una pintura famosa, de la que existieron diversas reproducciones, la gran mayoría en manos de los miembros de la familia real, que la convirtieron en verdadera pieza de coleccionista, cuya difusión fue acompañada incluso de limitaciones de reproducción. Martínez siguió con fidelidad el modelo escurialense y captó el arcaísmo de la composición. No obstante, dejó impreso su estilo personal en el acabado de la obra, simplificando algunos detalles -seguramente por falta de tiempo- como los referentes a las taraceas y reinterpretando otros, como los balaustres del óculo.
La Parroquia de San Eufrasio propone la restauración del Martirio de San Bartolomé y San Pedro Penitente, pinturas sobre tela ubicadas en La capilla mayor de la iglesia de San Eufrasio, en Jaén, la cual alberga en su interior obras de indudable valor histórico-artístico, que la convierten en una de las más destacadas de la capital. En esta línea cabe mencionar los doce lienzos que cuelgan del testero de la capilla. Se trata de una serie de Sibilas, de procedencia florentina, que se insertan en una estructura fija realizada en la década de los 70 del pasado siglo, coincidiendo con su restauración. En el centro de la misma, destaca un Crucificado realizado en madera tallada y policromada, atribuido al círculo de Pedro de Mena (1629-1688). A ambos lados de la capilla cuelgan los dos lienzos sobre los que se propone la intervención. Son obras de gran formato. El Martirio de San Bartolomé se halla en el lado del Evangelio y el San Pedro penitente en el de la Epístola. Ambas pinturas fueron ejecutadas por Felipe Gómez, pintor local situado en la estela de Sebastián Martínez (1615-1667). Como el resto de obras, proceden de la antigua iglesia de San Félix de Cantalicio, que formaba parte del hospital para “honrados sacerdotes” erigido en 1718 por el matrimonio Luis Garrido de Dios Ayuda y Mariana de Morales y Jurado. En el caso del San Pedro penitente, la composición viene inundada en un primer término por la imagen del santo que, arrodillado en un espacio agreste, aparece acompañado por algunos de sus atributos iconográficos, como las llaves de la Iglesia que lo convierten en su primer pontífice. Los tonos cálidos predominantes en las vestiduras del santo se complementan con los que aparecen en el paisaje exterior que se abre a la izquierda y que sirve al artista, para colocar una segunda escena, la entrega de las llaves a San Pedro, reforzando el discurso de la principal. La composición del Martirio de San Bartolomé es similar, pero en este caso la figura del santo no absorbe todo el protagonismo, pues es compartido con los dos verdugos que materializan el cruento martirio. Mientras el de la izquierda se encuentra inmerso en la acción martirial del santo y le arranca la piel con ayuda de un cuchillo, el de la derecha colabora atándolo al árbol a la vez que gira la cabeza estableciendo un dialogo con el espectador. La estética barroca viene acompañada por un excelente juego de luces y sombras que se ayuda con las tonalidades empleadas. En esta ocasión el autor, Felipe Gómez, también ha colocado una segunda historia con la que no solo contribuye a crear más profanidad, sino que además complementa la narración del tema representado, pues muestra el momento en el que el santo fue apresado. Ambos lienzos vienen insertos en marcos barrocos, que posiblemente fueron realizados por el mismo artífice. La carga decorativa se concentra en las esquinas y centro de cada lado, con molduras talladas y doradas. Las medias cañas vienen policromadas e imitan el carey. Ambas pinturas son obra del artista local Felipe Gómez del que se tiene escasa información, tan solo que trabajó para algunas órdenes religiosas de la capital y que se movió en la estela de Sebastián Martínez Domedel. Su figura y producción necesitan de un estudio más profundo que permita su contextualización en el panorama barroco del siglo XVII en Jaén.