La S. I. Catedral de Jaén acogió el pasado sábado, 28 de mayo, la Misa de Romeros, que cada año organiza la Hermandad del Rocío, antes de iniciar su camino hacia la aldea de Almonte. Tras dos años sin romería, debido a la pandemia provocada por el coronavirus, la Hermandad de Jaén retomaba su tradicional peregrinación para postrarse ante la Blanca Paloma en el año de su 40 aniversario fundacional.
La celebración, presidida por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, estuvo concelebrada, además, por el párroco de San Juan de la Cruz y Capellán de la Hermandad, D. Francisco de la Torre; por el Capellán del camino, D. Juan Mena; por el Secretario del Obispo, D. Francisco Javier Cova; y por varios miembros del Cabildo Catedral. Las lecturas de la celebración estuvieron participadas por miembros de la Hermandad y el Evangelio lo proclamó D. Francisco de la Torre. El acompañamiento musical corrió a cargo del Coro de la Hermandad del Rocío de Jaén.
Homilía
El Obispo comenzó su predicación dirigiéndose a los romeros para subrayar que tras los años de pandemia, iniciaban el camino hasta la aldea almonteña del Rocío, “con gran ilusión y alegría”. Asimismo, Monseñor Chico Martínez manifestaba que “ya ha llegado el momento donde todo vuelve a tener su sentido, ese sentido que nos hace poner ‘los pelos de punta’ y emprender un hermoso camino: hablar de carretas, de polvo, de marismas, de vivas, de caballos, de bueyes, de marismas, de corto, de volantes, tamboril, de hogueras y rosarios… todo aquello que no se puede explicar si no se vive y que nos dispone un corazón de hijos que van al encuentro de la Madre”. Y los invitó a vivir el camino con varias actitudes, “aquellas que nos enseña nuestra Madre del Cielo: contemplación, disponibilidad absoluta a Dios, servicio a los demás, fieles al sufrimiento y con humildad”.
El Obispo de Jaén quiso alentar a los romeros a poner en práctica esas actitudes a lo largo de esos días, “con ellas haremos un camino de amor a Dios y también a nuestros hermanos los hombres. Y cuando regresemos, con la mirada de la Blanca Paloma sobre nuestros rostros y nuestras vidas, nos sentiremos hombres y mujeres nuevos, dispuestos a renovar el mundo que hay a nuestro alrededor”. Para concluir, Don Sebastián expresó: “En las manos de María pongo todas vuestras vidas y las de aquellas personas que no están entre nosotros y que otros años emprendieron este camino. Ella, como buena Madre, sabrá llevarlas por los caminos mejores, esos que nos conducen a la meta, que es Cristo”.
La celebración eucarística concluyó con la bendición con el Santo Rostro y una hermosa Salve cantada a la Virgen del Rocío. Al finalizar la Santa Misa, los miembros de la Hermandad emprendieron su camino, haciendo una breve parada en el Camarín de Ntro. Padre Jesús, El Abuelo, hasta donde los acompañó el Obispo del Santo Reino.