Con alerta amarilla por altas temperaturas llegó el 11 de junio a una ciudad de Jaén engalanada para celebrar el Descendimiento de María Santísima “para socorrer a nuestros mayores”. Día festivo en honor a Nuestra Señora de la Capilla, Patrona y Alcaldesa Mayor de un pueblo que se echó a las calles porque la devoción lo puede todo, incluso vencer al estío que se coló sin invitación antes de lo previsto.
Durante todo el fin de semana se intuía en el ambiente la cercanía del encuentro con la Madre de Dios. La noche del sábado volvió a ser el momento íntimo del Rosario de San Bernabé y la mañana del domingo desbordó el color y la alegría en la ofrenda que este año se trasladó a la fachada neoclásica de la Basílica de San Ildefonso. Un retablo de flores para la salida vespertina de Nuestra Señora de la Capilla.
A las siete de la tarde, con el termómetro todavía en estado de fiebre, se inició el largo cortejo de la Magna Procesión, abierto por la Agrupación Musical de la Estrella y que retomó el sentido de antaño, ascendiendo por Muñoz Garnica para adentrarse por Almenas a la plaza de Santa María y descender por Bernabé Soriano. Junto a las representaciones de las hermandades de Pasión y Gloria, fue destacable la numerosa presencia de chirris y pastiras, que acudieron al llamamiento de la cofradía que pretende, de este modo, ser también escaparate de la identidad tradicional de una ciudad que guarda una riquísima historia.
Nuestra Señora de la Capilla lució el manto rosa de su Coronación en 1930, así como la recién restaurada corona, y en el frontal del trono se colocó la vara del hermano mayor, Enrique Caro, fallecido el pasado mes de diciembre, lazada con un crespón negro.
Entre los momentos más esperados, la primera interpretación por parte de la Banda Reina de la Amargura de la marcha Madre de la Capilla Coronada, obra de Juan Vílchez y la siempre emocionante petalada al paso de la Virgen junto a la Óptica Amate, en Bernabé Soriano. También especial fue el regreso por San Ildefonso, cuyo recorrido se recortó para no alargar en la noche la recogida.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos