El pasado viernes, tercero de Cuaresma, y atendiendo a la propuesta del Papa Francisco, la Iglesia de Jaén se sumó, un año más, a la iniciativa, 24 horas con el Señor. Un encuentro con Jesús eucaristía y con el sacramento del perdón. Todas las localidades de la geografía diocesana se unieron a esta celebración, que en Jaén capital se centralizó en la Catedral.
Allí, el Obispo Don Sebastián Chico Martínez, quiso abrir este momento de encuentro con el Señor con la celebración del sacramento de la penitencia de manera comunitaria, que comenzó con la liturgia de la Palabra. A la misma y durante las siguientes horas se dieron cita cientos de jiennenses que quisieron unirse a este momento de oración, penitencia y limosna, a través de unas huchas habilitadas para la ocasión y cuyo destino era Cáritas Interparroquial de Jaén.
El Obispo en su homilía extraída del Evangelio de Lucas sobre el fariseo y el publicano, expresó: “La Confesión no es un puro esfuerzo de reforma, es un “re-encuentro”. En el corazón de la celebración sacramental no está el pecado, sino la misericordia de Dios, que es infinitamente más grande que todas nuestras culpas. Experimentemos esa ternura divina, por los pecadores arrepentidos, que tantos pasajes evangélicos muestran en tonos de inmensa conmoción”. Del mismo modo, Monseñor Chico Martínez quiso profundizar en la grandeza del misterio del perdón: “Recordemos también que el reencuentro con Dios en la Confesión no solamente sana nuestras heridas pasadas, sino que es creador de vida nueva: nuevos ideales, nuevos valores, nuevas actitudes y nuevos comportamientos”- y añadió- “La conversión tiene, por nuestra parte, un precio: aceptar la verdad de mi vida, tener valor para reconocer mis desvíos, acoger la carga de mi responsabilidad. No hay conversión con la mentira o la verdad a medias. Convertirse es desenmascarar la vida, superando los innumerables mecanismos de autodefensa que tenemos a mano”.
Tras las palabras del Obispo, se propuso un itinerario para el examen de conciencia. A lo que siguió el rito de la confesión general. Después, se expuso el Santísimo y mientras fueron muchas las personas que se dirigieron a los distintos presbíteros repartidos por la Catedral para confesarse personalmente de sus faltas y pecados.
Con la acción de gracias por esa misericordia de Dios con el hombre a través del sacramento del perdón se puso fin a este momento. El Santísimo quedó expuesto hasta las 4 de la mañana, para después, a las 6 volver a abrir el templo y continuar recibiendo el amor de Dios a través del Sacramento del Perdón y de la Eucaristía.