El estreno de la Carrera Oficial en la Semana Santa de 2014, ya que en 2013 solo 4 hermandades pudieron pasar por ella, ha permitido evaluar los pros y contras del cambio, además de comprobar algunos males paralelos al itinerario oficial que parecen endémicos, entre ellos, los llamados puestos de feria que pueblan la zona y que no favorecen al recogimiento, seriedad y elegancia de las hermandades. Eso sin entrar a valorar los carritos de los globos y chucherías, que en ocasiones actúan de cruz de guía y en otras son epílogo del cortejo.
Un año más, los puestos de feria volvieron a amanecer en la mañana del Domingo de Ramos junto a la Carrera Oficial. Luces de colores de puestos de comida rápida que “deslucen” el lugar, y que acertadamente fueron retirados el Lunes Santo. Como también tuvo que actuar corriendo y deprisa el propio Ayuntamiento para impedir que los veladores estuvieran montados en la calle Maestra cuando tienen que pasar las hermandades. Cuestiones de lógica que no siempre impera.
Como ya anunciábamos en Pasión en Jaén, la calle Campanas no ha cuajado ni entre los abonados, ni entre aquellos que adquieren sillas por días. Y eso que el tiempo ha acompañado tirando por tierra el argumento del fresco y aires excesivos que se dan en esta vía de la ciudad. El caso es que bajo los soportales se agolpaba la gente mientras las sillas de madera quedaban desiertas, con la excepción del Jueves y Viernes Santo por la mañana. Los anunciados palcos proyectados por la Agrupación de Cofradías podrían ser una solución para mejorar el estado de una calle que es el acceso lógico a la plaza de Santa María para una hipotética estación de penitencia en la S.I. Catedral. Palcos y sillas en altura que podrían plantearse para toda la Carrera Oficial en un proyecto a medio plazo, para lograr un segundo objetivo, que quien quiera ver las procesiones en esta zona tenga que pagar para hacerlo. Así se ocuparían más sillas y ganarían económicamente unas hermandades que deben ir olvidando la ayuda de las administraciones públicas mediante subvenciones.
Lo que tampoco termina de concretarse con la nueva Carrera Oficial es la estrechez de la misma. Las hermandades piden más recogimiento, y se ha logrado algo en los últimos años, pero el camino se ensancha tras la confluencia con la calle Joaquín Tenorio y desde entonces, regresa la amplitud. Las necesidades del tráfico se imponen aquí a las peticiones de las cofradías, recordemos, para una semana al año, a lo sumo dos por el asunto del montaje o desmontaje.
Y el último inconveniente de la actual Carrera Oficial se encuentra en la petición de Venia. Un acto tradicional que con las dimensiones que van alcanzando los cortejos, cada año resulta más farragoso. Toda una corporación de entre 5 y 10 hermanos, aproximadamente, cargados con insignias, se ve obligada a descomponer su desfile, atravesándolo, para subir a la tribuna de autoridades, pedir la Venia para pasar por Carrera Oficial, a mitad de camino de la misma, y regresar a sus posiciones. Además, si con los nuevos horarios marcados por la Agrupación de Cofradías se pretende agilidad en el paso de las hermandades, con este protocolo de petición de Venia se consigue todo lo contrario. Un palquillo de horas en la entrada de Bernabé Soriano en el que pedir la Venia un representante de la hermandad en cuestión podría ser una solución. Claro que se perdería cierta parafernalia.
Una venia que provoca situaciones como la vivida por la Santa Cena, que al llegar encontró la tribuna de autoridades sin las personalidades pertinentes, las cuales se suelen quedar en corrillos, cual taberna de bar, dejándose ver y esperando la llegada de las cofradías en lugar de tomar su lugar.
Entre las ventajas de la nueva Carrera Oficial cabe destacar el lugar, con la Catedral presidiendo aquello que no recorre su interior, el arropo del público, mayor que el que se daba en la Plaza de la Constitución, y el discurrir continuado y fluido de las hermandades. Aunque entre las posibles opciones para rematar el proyecto, haya que trabajar en un mayor adecentamiento de la misma, y que realmente se considere por el público como un lugar de privilegio que se suma a la comodidad. Un privilegio que si se quiere disfrutar, se pague, impidiendo que en la parte de atrás se apoyen personas que, por ende, molestan a las que están sentadas. Y que el paso de las hermandades por la misma se ajuste a las horas, pero unas horas ajustadas a las hermandades. O lo que es lo mismo, que el cumplimiento del reloj no provoque el paso acelerado por un espacio en el que los cortejos deben brillar en todo su esplendor.
Se ha dado un gran paso adelantando la venia sin tener que desmontar un cortejo para conseguirla. Creo que antes de realizar estación de penitencia a la catedral se le debería dar un ápice de seriedad al tramo oficial, quitando los llamados “puestos de feria”, porque no es feria, es Semana Santa. Se debería de convertir en un tramo llamado al recogimiento personal, espiritual y serio, donde las Hermandades lleguen a la Catedral sin globos, ni voces, ni mercadillos de por medio. Pero, para ello, las propias Hermandades deben colaborar, dando su propia seriedad a la procesión y no que solo se vea la procesión bien formada en tribuna y que antes y después se convierta en una “cabalgata” donde cada uno se mueve por donde quiere, donde los nazarenos se van de un lado a otro, donde se suceden parones y parones en una misma procesión, donde los recorridos de dos horas se hacen en cinco… Seriedad fuera y también dentro, desde el público, pasando por el palco y acabando en las Hermandades.
El dedo al ombligo y a pensar en lo que se puede hacer de aquí a un año y en lo más grande aún que puede ser nuestra Semana Santa.
Es cosa de todos dar un paso más.