Hace tiempo que ser católico dejó de estar de moda.
Hace tiempo que la sociedad nos empuja a vivir nuestra vida en dirección contraria a lo que Él nos enseñó.
Hace tiempo que no nos damos cuenta de nuestro valor siendo auténticos apóstoles del mensaje que nos legó.
Hace tiempo que, en silencio, sufrimos el ser incomprendidos por la gente que más queremos y apreciamos a nuestro alrededor.
Y es que nadie te dijo que fuera a ser fácil, cofrade.
Ahora nos toca de nuevo llenarnos de Dios, de su hijo, de su madre. Ahora nos toca volver a sentir aquello que, por desgracia, hace algunos años se nos arrebató.
Volver a transmitir el mensaje más hermoso de Amor que se nos ha legado, alumbrando su camino por las calles, guiando los pasos de nuestros hermanos, adornando de música triunfal los desfiles o sufriendo el peso debajo de una trabajadera.
Cofrade, no tengas miedo a mostrar lo que sientes al llegar el día y salir a las calles de la ciudad del Santo Reino. Que todo el mundo pueda ver la alegría que el espíritu nos transmite dentro. No te quedes en lo superficial, ora, contempla, agradece a Dios que poco a poco nos libere de este yugo de la enfermedad.
Solo así daremos verdadero testimonio catequético de fe.
Y es que, cofrade, queda poco más de una semana para estar de nuevo en la plaza Virgen de la Paz, esa Paz que tanto necesitamos.