Hago mía esta frase que durante la pasada Pascua convirtió en viral en redes sociales el médico malagueño Miguel Díaz, para hacer un llamamiento a la conciencia de cada uno de los cofrades de cara a la ya inminente Semana Santa, y de forma especial a los de edad adulta.
¿Por qué cada año estás en la acera móvil en mano, viendo pasar a tu hermandad y recordando viejas batallitas? ¿Consideras deshonroso o infantil acompañar al Señor o a la Virgen con el hábito nazareno? ¿Acaso una simple palma, cirio o farolillo te parecen poca cosa comparada con una vara, un costal o una faja? ¿Crees que ya eres mayor para salir de nazareno y que no vas a aguantar todo el recorrido? ¿Estás peleado con fulanito o menganito que ahora está en la junta?
Excusas se pueden buscar muchas y créeme que salvo la salud, la familia o el trabajo, ninguna justifica tu ausencia dentro de la filas nazarenas. Es ahí donde está tu lugar, dando testimonio público de Fe desde el anonimato del caperuz, vistiendo tus mejores galas con la túnica reluciente y calzando zapatos negros, esparteñas o sandalias (nunca zapatillas). Custodiando la luz que emerge del pabilo de tu cirio, la cual es la llama de una devoción que debes saber transmitir a tus hijos y nietos, para que te acompañen en esta cita que ha de convertirse en ineludible año tras año.
Como ejemplo de ciudad nazarena podría referirme a Sevilla pero la Semana Santa jaenera no es comparable en volumen, cifras o repercusión con la hispalense. Si considero más oportuno echar un vistazo a localidades más similares a la nuestra como bien pueden ser Huelva, Cádiz, o por ejemplo Úbeda, donde las ratios de nazarenos/habitantes duplican la que actualmente tenemos en Jaén.
Estas cifras no son más que el reflejo del ninguneó que la figura del hermano de luz ha venido sufriendo por parte de una gran mayoría de las hermandades, centrándose éstas en los costaleros y la música que al fin y al cabo, es lo que más llama la atención del público (raramente llegará alguien a felicitar a una junta de gobierno por el decoro, orden y compostura de sus penitentes).
Un claro ejemplo de ello lo observamos durante la Cuaresma, época en la que es habitual encontrar pregones del costalero, ciclos de conciertos, mesas redondas de capataces, costaleros, congresos de música procesional, convivencias de las cuadrillas…
Muy difícilmente podrán hallar alguna actividad relacionada o dirigida a los nazarenos cuyo contacto con la corporación, se limita a alquilar la túnica y recoger su papeleta de sitio.
¿Se imaginan que un diputado de tramo tuviera una lista de difusión en whatsapp para estar en contacto todo el año con sus nazarenos, al igual que puede tenerla un capataz con sus costaleros? ¿Sería posible convocar una reunión para que los nazarenos expongan sugerencias e inquietudes sobre su cofradía en la calle? ¿Podría plantearse alguna hermandad realizar una exaltación al nazareno? ¿O una mesa redonda con nazarenos veteranos, o sobre la organización de una cofradía con fabricanos generales o diputados mayores de gobierno no solo de aquí, sino de otros lugares donde los cortejos son bastante más ágiles a pesar de llevar mucha más cantidad de componentes?
En Jaén hemos creado con el paso de los años un estereotipo de cofrade con fecha de caducidad temprana, aquella que marca su jubilación como costalero, capataz o miembro de junta, lo cual provoca un rápido desapego que en muchas ocasiones conlleva hasta la baja de la nómina de hermanos.
Aunque antes de la pandemia comenzaron a vislumbrarse algunos avances, sigue siendo una asignatura pendiente la puesta en valor de la figura del nazareno. Y para ello se podría aprovechar el amplio alcance y difusión que poseen las nuevas tecnologías, al objeto de ofrecer al cofrade de manera amena y didáctica, una formación en la que se le explique la importancia de acompañar a sus Titulares con el hábito penitencial, el significado y cuidado de dicha prenda, así como el ejemplar comportamiento que hay que mostrar en la calle mientras se vaya revestido con él.
Cofrade, en estos días las casas de hermandad y salones parroquiales han comenzado a llenarse de hermanos tuyos en busca de su túnica y su papeleta de sitio, señal inequívoca de que la Semana Santa nos espera a la vuelta de la esquina. La pandemia, esa que parece ya tan lejana nos enseñó lo efímero de la vida, de las oportunidades, por lo que de nada sirve que te plantees “ya el año que viene salgo o me lo pienso”.
No le falles a tu hermandad, convéncete que el tiempo para este año se agota. Da un paso al frente y acude a por tu hábito para vivir bajo la soledad del anonimato, la experiencia gozosa de acompañar a Jesús y a María. Las vivencias y recuerdos que afloren te enriquecerán de tal modo, que ya no querrás volver a faltar a la cita y convencerás a quienes más quieres, para que en años venideros te acompañen, porque por si a alguien se le ha olvidado, el nazareno siempre ha sido, es y será el pilar fundamental de toda la Semana Santa y sin cuya existencia no tendrían sentido nuestras procesiones penitenciales.