Acaba de empezar el curso y como es menester, tenemos por delante asignaturas que superar, también en el plano cofrade. Porque aunque es cierto que en este mundo del capirote todos creen saber de todo, la nota no siempre supera el suficiente cuando nos adentramos en la formación cristiana, base de lo que hacemos y en lo que creemos.
Por el contrario, encontramos verdaderos expertos en las diferentes parcelas o secciones de las cofradías. Hay quienes han cursado un máster en confección de costales. Otros bien podrían ser directores de cualquier banda de música por sus comentarios sobre las composiciones que se ponen de moda, y el mundo de la arquitectura ha perdido a grandes del diseño de estructuras imposibles que se levantan en forma de altar.
Todo esto está muy bien, porque no hay nada mejor que tener voluntad y ganas de aprender y de reciclarse, pero lo estético y superficial, que insisto en su importancia, no puede hacernos olvidar el motivo que nos ha traído hasta una hermandad. El aspecto religioso, el mensaje de Cristo que debemos poner en práctica y compartir con los demás, también requiere tiempo y estudio.
Porque para sacar la procesión, primero hay que sentirla por dentro de verdad.