Aquí no huele a jara ni a romero. Ni tampoco corre esa fresca brisa del cerro. Pero el encanto de la Virgen morena, su atracción, y la devoción que genera, sí se asemeja a la que en abril, despierta Nuestra Señora de la Cabeza en su Santuario. En esta ocasión, las calles del viejo Jaén, con mayo bien entrado y con una leve pizca de azahar que se opone a su extinción primaveral, vivieron una procesión con tintes de romería para acompañar a la Hermandad de la Virgen de la Cabeza de la capital de una diócesis que tiene a su Patrona en las cumbres de la sierra.
Tras un solemne Quinario en su Honor en la Parroquia de la Merced, llegó el día de la procesión. Banderas al viento, mantillas blancas y vivas para anunciar que el Tiempo de Gloria está presente con cofradías que alzan la voz en busca de un protagonismo que merecen y que con el paso de los años ha decaído. El itinerario, similar al que el pasado Lunes Santo realizó la Hermandad de los Estudiantes, permitió momentos muy especiales, como el recibimiento y ofrenda en los Cantones de Jesús por parte de la Cofradía del Abuelo.
El cortejo, precedido por los sones de la Agrupación Musical de Nuestro Padre Jesús de la Piedad, contó con la presencia de hermandades de la Virgen de la Cabeza de otras localidades, y anunció, a golpe de cohete y pólvora, que la Madre de Dios cuida de esta tierra mariana que cada primavera peregrina por caminos y adoquines, por la sierra y por callejones, en busca de su Virgen morena.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos