Febrero es el mes del amor por antonomasia. No hace falta más que atender el “bombardeo” comercial que con motivo de San Valentín tiene lugar en una sociedad tan mediática y mediatizada como en la que vivimos. Sin embargo, el amor, el verdadero, no entiende de fechas porque se alimenta a diario. Verdadero es el amor de una Madre, y único e infinito, lo es si la Madre es la Madre de Dios.
El inicio de febrero nos ha traído uno de los primeros cultos del calendario cofrade en la parroquia de El Salvador. El Septenario Doloroso a María Santísima de la Amargura copa la atención del nuevo Jaén que se sacude el escalofrío del invierno. Jornadas de oración, de ofrendas y anhelos pensando en un Lunes que se acerca conforme la tarde le gana la partida a la noche. Ese Lunes, el Santo, el amor se hace más patente, pero ahora es cuando se demuestra si el enamoramiento es verdadero.
Fotografías: Manuel J. Quesada Titos